domingo, 3 de abril de 2011

VER LA LUZ


En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron:
- Maestro, ¿quien pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?
Jesús contestó:
- Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.
Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo:
- Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).
Él fue, se lavó, y volvió con vista.
Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:
- ¿No es ése el que se sentaba a pedir?
Unos decían:
- El mismo.
Otros decían:
- No es él, pero se le parece.
Él respondía:
- Soy yo.
Y le preguntaban:
- ¿Y cómo se te han abierto los ojos?
Él contestó:
- Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver.
Le preguntaron:
- ¿Dónde está él?
Contestó:
- No sé.
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó:
- Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.
Algunos de los fariseos comentaban:
Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.
Otros replicaban:
- ¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?
Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:
- Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?
Él contestó:
- Que es un profeta.
Pero los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron:
- ¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?
Sus padres contestaron:
Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse.
Sus padres respondieron así porque tenían miedo los judíos; porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron:
- Ya es mayor, preguntádselo a él.
Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron:
Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.
Contestó él:
- Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo.
Le preguntan de nuevo:
- ¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?
Les contestó:
- Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso; ¿para qué queréis oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?
Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron:
- Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene.
Replicó él:
- Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder.
Le replicaron:
- Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?
Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:
- ¿Crees tú en el Hijo del hombre?
Él contestó:
- ¿Y quién es, Señor, para que crea en él?
Jesús les dijo:
- Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.
Él dijo:
- Creo, señor.
Y se postró ante él.
Jesús añadió:
- Para un juicio he venido ya a este mundo; para que los que no ve vean, y los que ven queden ciegos. Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron:
- ¿También nosotros estamos ciegos?
Jesús les contestó:
- Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado, pero como decís que veis, vuestro pecado persiste.

Otro evangelio muy largo, pero que no tiene desperdicio. La anécdota es preciosa y llena de detalles. Sin embargo, no debemos olvidar que Juan es el evangelista más teológico y todo lo que nos cuenta tiene un trasfondo muy profundo. Lo mejor que podéis hacer, es leerlo y meditarlo en silencio. Aquí os dejo sólo una pista.
Juan es el evangelista que nos presenta a Jesús como la Luz del mundo. Ciego es todo aquel que no sabe verle a Él. La conclusión del ciego curado es : "Creo Señor". Los fariseos siguen ciegos a su luz y para ellos es un pecador. No saben de dónde viene. No puede ser buena persona porque no respeta el sábado.
¿Somos ciegos nosotros? Basta que nos examinemos y veamos si sabemos verle a Él. Si sabemos verlo en el prójimo. Si para nosotros son más importantes las normas, los ritos, las prescripciones, que el amor o la lucha por la justicia, estamos totalmente ciegos. Ver, es verlo todo a través de de su Luz
Pidámosle, pues, que nos ayude a ver...

3 comentarios:

  1. Sí, pidámosle a Dios que nos enseñe a ver, por encima de los prejuícios, las normas,los ritos...la justicia, la igualdad, la verdad, y el amor hacia los demás....Un abrazo Joan.

    ResponderEliminar
  2. Siempre he pensado que el amor está por encima de todo, las normas, los ritos, pienso que siempre deben de estar supeditadas a él, no apaguemos esa luz que, aunque sea pequeñita, siempre nos iluminará y nos ayudará en nuestro camino hacia Él, eso es lo verdaderamente importante

    Unn abrazo y feliz semana

    ResponderEliminar
  3. No sabía la existencia de este blog ! pero me encanto .. nunca habia escuchado este evangelio en concreto.
    Una vez más he entendido que solo ahi que abrir los ojos para ver la luz que el nos ofrece.
    El solo nos dejo el legado de amar con el corazón y creo que esa es la peor ceguera que tenemos , no saber llevar a cabo la palabra de él ... ¡Los que de verdad ven la luz somos muy afortunados!
    ESTUPENDO BLOG

    ResponderEliminar