Hablaban tomando el fresco en la terraza mientras veían estallar en mil colores los cohetes de la verbena de san Juan. El Anacoreta comentó:
- Hay palabras que tienen mala prensa. El otro día hablamos de compasión, pues lo mismo ocurre con misericordia.
Se paró contemplando una palmera dorada que acababa de abrirse en el cielo.
- Creemos que el que se compadece o el misericordioso se colocan por encima del otro. Que es una actitud de superioridad.
Al final de la calle alguien encendió una traca y esperó a que finalizara.
- Compasión es padecer con... Y misericordia viene de misere cordare, que significa dar el corazón a quien lo necesita. No son ideas de superioridad, sino de estar con, de compartir. Está más de moda hablar de empatía.
Rió y añadió:
- Curiosamente empatía tiene la misma etimología que compasión, pero se deriva del griego: em-pathos, padecer con...
Y siguieron contemplando los cohetes que estallaban o se abrían en el cielo de la ciudad.
Moltes felicitats Joan Josep, en el día del teu Sant.
ResponderEliminarEl meu pare es deia Joan i el meu germá també s´hen diu.
Com sempre reflexiono amb els teus posts.
Una abraçada, Montserrat
Tengo la sensación de que las personas que no empatizan son aquellas que se sienten por encima de los demás, o se creen a salvo de cualquier desgracia. Por otra parte, también observo que personas que no empatizan, son personas que les cuesta mucho gestionar sus emociones... sobre todo la fustración.
ResponderEliminarPero bueno, esto es una visión mia particular... Y no tiene por qué regla general.
Un Abrazo Joan.
Muy bueno, cada tanto deberíamos volver la mirada hacia el origen de las palabras y sorprendernos con su genuino significado, ese que las costumbres y las programaciones nos hicieron olvidar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Joan Josep, felicitats amb una mica de retard...
ResponderEliminarSi hi hagués justícia no caldria la misericòrdia , ni la compassió, ni la caritat...però com que no n'hi ha, ens cal substituir-la amb totes aquestes coses que poden ajudar les persones...
Una abraçada,
M. Roser