LLENOS DEL ESPÍRITU

"Al llegar la noche de aquel mismo día, primero de la semana, los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo:

– ¡Paz a vosotros!

Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. Luego Jesús dijo de nuevo:

– ¡Paz a vosotros! Como el Padre me envió a mí, también yo os envío a vosotros.

Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió:

– Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar."


El Evangelio de Juan es el menos cronológico, porque a él le interesa más el mensaje, lo que quiere transmitir. Es el más teológico y simbólico de los cuatro. Por eso debemos fijarnos en sus palabras en sus imágenes...
Juan nos asocia directamente Pentecostés con la Resurrección, hasta el punto de que coloca la venida del Espíritu el mismo día de la Resurrección.
Al llegar la noche...Los discípulos tienen miedo. Están encerrados en sí mismo. Jesús ha resucitado, pero ellos no han entendido nada. Es precisamente en esos momentos difíciles, en la noche espiritual, cuando Jesús aparece en medio de ellos, en medio de nosotros...
Los saluda deseándoles paz. Si la religión nos causa angustia, miedo, culpabilidad...no es la religión de Jesús. Porque Él nos transmite paz. Y se lo repite dos veces: Paz a vosotros. Y nos lo sigue repitiendo a nosotros...
Jesús no quiere que permanezcan encerrados. Ha resucitado para comunicarnos su salvación, para que este mundo sea el mundo de los Hijos de Dios. Por eso inmediatamente los envía...,los hace salir de sí mismo y abrirse a los demás. Los envía a perdonar...A cambiar el mundo. A hacer de nosotros una sociedad de hermanos. Para que puedan hacerlo plenamente sopla sobre ellos comunicándoles el Espíritu. Tanto en hebreo "ruah" como en griego "pneuma", Espíritu significa aire, viento. La biblia empieza, antes de la creación, con ese aire, "ruah", el aliento de Dios que se cierne sobre las aguas.
El Espíritu lo llena todo, nos llena a nosotros, sólo, que al igual que los discípulos, no sabemos verlo y nos encerramos en nosotros mismos. Si los cristianos todavía no hemos logrado cambiar el mundo, es porque no hemos tomado conciencia del Espíritu y seguimos teniendo miedo.
Pablo en la carta a los Gálatas nos indica cuales son los frutos del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benevolencia, bondad, fidelidad, dulzura y dominio de sí...
Busquemos hoy un momento de silencio, de paz e interioricemos ese Espíritu en nosotros...el Espíritu de Dios...el Espíritu de Amor...