lunes, 30 de julio de 2012

EL ANACORETA Y EL OBJETIVO DE LA ORACIÓN


Aquella persona devota dijo al Anacoreta:
- Rezo todo el día, para que Dios nos se apiade de nosotros.
El anciano meneó la cabeza sonriendo y respondió:
- Extraño objetivo; porque la oración no cambia a Dios. Nos cambia a nosotros. Debemos rezar para acercarnos a Él, que es acercarse a los demás...Pedimos que Dios se apiade de los que sufren. Si nuestra oración es auténtica, intentaremos inmediatamente aliviar el sufrimiento de los que nos rodean...Nosotros somos los que hemos de cambiar...En otros tiempos se ofrecían sacrificios para aplacar a los dioses. Nosotros corremos el peligro de transformar la oración en lo mismo. Dios no quiere nuestros sacrificios, quiere que cambiemos nuestro corazón. Ese es el auténtico fruto de la oración.

2 comentarios:

  1. Tiene usted razón, buscare la oración para ser transformado en ÉL y ser meno yo y dejarle ser a Él, gracias un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Sí, Dios siempre se apiada de nosotros, pero somos nosotros los que tenemos que sentir esa piedad recíproca. Muchas veces me sorprendo escandalizándome ante tanta falta de solidaridad y de piedad pero, en mi ceguera, no me escandalizo ante mi propia incoherencia.
    Un abrazo.
    Pablo.

    ResponderEliminar