Ayer, en TV3, dos capuchinos presentaban el libro donde narran sus experiencias siguiendo la ruta del Padre Ubach, un monje de Montserrat que atravesó el Sinaí hace ya muchos años.
Ambos hacían notar la fuerza del desierto. Un lugar inhóspito, pero al que, con cuatro piedras, decían, un fuego y una tienda transformamos en nuestra casa.
Todas las personas que conozco que han estado en el desierto me hablan de la experiencia del silencio. Me dicen que acabas por no hablar o haciéndolo en voz baja.
En espiritualidad el desierto siempre ha sido un símbolo del camino hacia Dios. Os copio aquí este precioso texto de Neville Ward, refiriéndose al viaje de Abraham.
" Una existencia itinerante, desde la salida del sol hasta el ocaso, con los ojos siempre en el horizonte. No iba demasiado bien equipado; salió sin saber a dónde ir. Pero, a pesar de la dureza del camino - a causa de la lluvia, las tormentas de arena, el viento y el sol abrasador del desierto -, seguía adelante, pensando en esa ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Ése era su horizonte: el lugar que Dios le había preparado. Pero cuando Abraham alcanzaba el horizonte de su largo viaje, allí, en la lejanía, encontraba otro, llamándole, y hacia él se encaminaba. Los horizontes deben siempre alcanzarse y perderse... Es preciso montar las tiendas para pasar la noche y levantarlas cuando aparece la luz del alba...Debemos viajar ligeros si queremos seguir el paso de Cristo."
Desgraciadamente, la mayoría de los cristianos , nos hemos quedado parados en un horizonte...Así nunca alcanzaremos a Jesús.
Muy lindo post Joao. Salud amigo de Barcelona!!! Permíteme decirte o agregar algo. La experiencia de desierto se equipara a nuestro viaje espiritual contemplativo. El silencio nos purifica pues nos hace conocernos. La purificación consiste en aceptar nuestras miserias sin luchar contra ellas pues de ese modo se arraigan en el corazón y lo llenan de impurezas. Integrar nuestros aspectos sombríos nos va a llevar a la profunda experiencia de un DIOS VIVO EN NUESTRO CORAZON. Integrar significa que primero me debo observar para así poder actuar más sabiamente en cada contingencia de la vida. No dejarme llevar por las pasiones, los impulsos, las divisiones ni por las emociones. Todo eso me esclaviza y me impide llegar a DIOS. Eso lo aprendieron los Padres y Madres en el desierto de Egipto hacia el año 300 - 400 d.C. Os invito a leerlos. Son una belleza sus escritos, sobre todo Evagrio Póntico. Cariños. Susana desde Buenos Aires www.susanatopasso.blogspot.com
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