Así empezamos nuestra oración cada mañana, monjes, religiosos y laicos que rezamos el Oficio de las Horas. Moratiel tiene un precioso texto en el que explica esta actitud matutina. Extraigo algunas frases:
" El primer gesto es disponerse a recibir, disponerse a acoger.
Señor, ábreme los labios.
La tierra también hay que abrirla, ararla una y otra vez para que acoja la semilla.
Si está dura hay que ararla con más fuerza y más afán, con más y más constancia.
También en nosotros hay endurecimientos. Endurecimientos que nos niegan la acogida, la receptividad.
Hay endurecimientos, crispación cuando uno se vuelve hacia el exterior.
Señor, ábreme los labios.
Una entera apertura, una entera receptividad.
Ya desde esta primera hora de la mañana, como si estuviéramos desprotegidos, acoger su presencia en nuestro corazón.
También la tierra, cuando está arada, está como desprotegida, desvalida.
Señor, ábreme los labios; ábreme a tu acogida."
(José Fernández Moratiel)
Precioso.
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