"El circo había llegado a la ciudad y eso se notaba en los niños. El Anacoreta y su joven seguidor fueron a pasearse entre las casetas ya que uno de los equilibristas era un buen amigo del anciano. El Anacoreta se paró ante los elefantes. Esos grandes animales estaban atados con una cadena alrededor de una pata, unida a una pequeña estaca clavada en el suelo.
- ¿Cómo es que no se escapan si con un simple tirón harían saltar la estaca? - preguntó el joven seguidor.
El Anacoreta sonrió y respondió:
- Un cuento de Ceilán lo explica. Están tan acostumbrados a estar atados a barras de hierro bien sujetas, que ya no intentan liberarse, creen que no lo lograrán.
Luego miró a los ojos de su joven seguidor y concluyó:
- Lo mismo nos pasa a nosotros. Las cosas que nos impiden liberarnos y avanzar en nuestro camino espiritual son tan livianas como la estaca que sujeta al elefante. Un pequeño hilo nos inmoviliza y no intentamos luchar de verdad. Creemos que no lo lograremos, que es un camino imposible. El problema es, que ni siquiera intentamos empezar a andar.
Y siguieron paseando entre las roulottes y camiones del Circo..."
Hola Joan Josep.
ResponderEliminarLa por moltes vegades ens inmivilitza,
Es un bon exemple el d´aquest conte,
Una abraçada, Montserrat
Preferimos la rutina antes que crecer y madurar, buscamos quien nos guie por miedo a la incertidumbre, pero cuando damos el salto ganamos en todos los sentidos. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarLas ataduras de nuestros prejuicios y nuestras aprensiones suelen ser más fuertes que las gruesas cadenas que con cualquier sierra afilada se pueden cortar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo.
Quizas somos agua estancada, por una base impermeable que nos impide abrirnos paso: la pregunta es ¿que es lo que nos inpide la salida?,Una abraçad
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