Al acabar la meditación el Anacoreta dijo a su joven seguidor:
- Si la oración no nos transforma. no es verdadera oración. Como a Jesús, debe transfigurarnos. No rezamos para encontrar la paz, para sentir cosas sublimes, para tener dones místicos. Rezamos para asemejarnos cada vez más a Jesús, para unirnos a Dios. Si al salir de la oración seguimos igual de mezquinos, no amamos más a nuestros hermanos, no somos más justos...nuestra oración ha sido un mero contemplarnos a nosotros mismos, un hacer de Dios un instrumento...
Al ver la cara de preocupación del joven seguidor, añadió:
- Sí. Somos débiles. No cambiaremos totalmente tras una oración. Pero sí hemos de dar un paso más, subir, aunque sea casi imperceptible, un poco más en nuestra escala espiritual. Acabar nuestra oración con el fuerte deseo de mejorar, de avanzar...Eso indicará si nuestra oración ha sido correcta. No los grandes sentimientos, las visiones o el haber tenido unos momentos de contemplación sublimes.
Así es, hemos de dar un paso mas...que importante es esto para poder subir peldaños en nuestra escala espiritual.
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