Aquel joven, antes de partir como misionero, se acercó al Anacoreta y le pidió un consejo antes de partir. El anciano lo miró con simpatía y le dijo:
- Si quieres trabajar por la gente, has de intentar trabajar con la gente. Es decir, aprende su lengua, ama su cultura...Entérate de sus necesidades, de lo que quieren y no te limites a hacer lo que tú crees que necesitan. La obra que emprendas, hazla de tal manera, que cuando marches, ellos puedan continuarla. Y no olvides reservarte cada día un tiempo para el silencio y la oración; si no, caerás en un activismo vano que te secará.
Y lo despidió con un gran abrazo.
Cuánta verdad lo que dijo el anacoreta. Para mi el silencio y la reflexión son muy importantes en la vida del ser humano pero cada vez hay menos silencio y reflexión.
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