Pasaba el día comparándose con los demás y, decía, que siempre se llevaba la peor parte. Ver a los demás felices le hacía poner de mal humor. Esto hacía que viviera siempre triste y amargado. El Anacoreta le dijo:
- La causa de tu amargura es la envidia. Seguro que otras personas envidiosas, al verte a ti, también dicen que tú tienes más privilegios que ellos.
Le sonrió amablemente y concluyó:
- Las cosas buenas y valiosas que ves en los demás, ¿por qué no las consideras como beneficios para ti? En vez de envidiar a los que tienen grandes cualidades, deberías estarles agradecido, porque tú te beneficias de esas cualidades.¡Ah! Y los demás se benefician de las tuyas. No lo dudes.
Si esas cualidades se trajinan a tu novia...
ResponderEliminarje,je,je. Te veo un poco celoso, que es una derivación de la envidia. Un abrazo: Joan Josep
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