Se me mostró una bella muchacha. Se desencadenó una violenta tormenta y la lluvia y el viento fueron deshaciendo su peinado y eliminando su maquillaje. Al poco, la bella muchacha era una vieja fea y arrugada. Y escuché estas palabras:
- El dinero, la fama, el poder, la belleza...no son sino maquillajes. Lo que cuenta de verdad en ti, es tu verdadero yo; lo que queda cuando todas las apariencias han desaparecido, cuando las tormentas de la vida nos han zarandeado.
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