Se me mostró una vieja arpa, desconchada y con cuerdas oxidadas. Llegó un gran músico y con sus dedos expertos extrajo de ella unos sonidos delicados y una música deliciosa. Y escuché estas palabras:
- Nuestras buenas obras no sólo dependen de nosotros. Rodéate de gente buena y sacarás lo mejor de ti mismo.
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