"No tengáis miedo a quienes pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede destruir el cuerpo y el alma en el infierno.
¿No se venden dos pajarillos por una pequeña moneda? Sin embargo, ni uno de ellos cae a tierra sin que vuestro Padre lo permita. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de la cabeza los tenéis contados uno por uno. Así que no tengáis miedo: vosotros valéis más que muchos pajarillos.
Si alguien se declara a favor mío delante de los hombres, también yo me declararé a favor suyo delante de mi Padre que está en el cielo; pero al que me niegue delante de los hombres, también yo le negaré delante de mi Padre que está en el cielo."
De la misma manera que el Padre protege a los seres más pequeños de la creación, también nos protege a nosotros que somos sus hijos.
Se puede quitar la vida a una persona, pero eso no destruye su dignidad. Nuestra confianza en el Padre es la que nos da la verdadera seguridad en nuestra vida.
Los primeros cristianos, perseguidos a muerte, necesitaban estas palabras de Jesús. Hoy, en una sociedad de terrorismo y violencia, también las necesitamos. Con Jesús estamos seguros.
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