"Un sábado pasaba Jesús entre los sembrados, y sus discípulos, según iban, comenzaron a arrancar espigas. Los fariseos le preguntaron:
– Oye, ¿por qué hacen tus discípulos algo que no está permitido en sábado?
Él les dijo:
– ¿Nunca habéis leído lo que hizo David en una ocasión en que él y sus compañeros tuvieron necesidad y sintieron hambre? Siendo Abiatar sumo sacerdote, David entró en la casa de Dios y comió los panes consagrados, que solamente a los sacerdotes les estaba permitido comer. Además dio a los que iban con él.
Jesús añadió;
– El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado. Así que el Hijo del hombre tiene autoridad también sobre el sábado."
Lo peor que puede ocurrirnos es dar más importancia a las normas que al espíritu. Los fariseos estaban muy preocupados por el cumplimiento estricto de cada uno de los mandatos de la ley. Pero el amor está por encima de la ley. Las leyes están hechas para el hombre, no el revés. Si no, seríamos meros esclavos.
El poner las normas, los ritos, las obligaciones, por encima de todo, seca y mata la espiritualidad. Las normas y los ritos tienen como finalidad acercarnos a Dios. Y a Dios nos acercamos a través del los hombres. El servicio, el amor, la entrega, pasan por encima de todas las normas.
Y una lección del evangelio de hoy que no podemos obviar, es que no debemos juzgar la actuación de los demás. No conocemos sus circunstancias. De la misma manera que solemos ser benévolos con nosotros mismos, debemos serlo con los demás. No somos nadie para juzgar.
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martes, 17 de enero de 2017
EL SÁBADO PARA EL HOMBRE
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