Que el año que nace, Señor,
traiga las alforjas ligeras,
pero llenas de estrellas que hagan brillar
en todos los rincones la paz y las flores;
que a hombres y mujeres nos empape
las entrañas de vida e ilusión,
para que germinen y fructifiquen;
que nos ofrezca gratis y sin interrogantes
lo que soñamos muchas veces
cuando estamos despiertos y sin preocupaciones.
Que el año que nace, Señor,
demos la espalda a los miedos
y abordemos de frente las dificultades;
abramos el corazón a la ternura
y despejemos la mente de problemas;
sepamos desprendernos de lo innecesario
para no cansarnos en nuestro caminar diario;
y que, a pesar de nuestras diferencias,
mantengamos el respeto y la flexibilidad,
y el cuerpo y el espíritu gráciles.
Que el año que nace, Señor,
dispongamos de ganas y tiempo
para escuchar y dialogar con los amigos
y, también, con los que van por otros caminos;
que reciba, antes que nada, efusivamente,
nuestros piropos y besos apasionados,
para que no se nos presente como extraño;
que tenga cosquillas para poder despertarlo,
le gusten las nanas para dormirlo
y no llore mucho aunque nos equivoquemos.
Qu el año que nace, Señor,
busquemos con paso firme y mucho equilibrio
una sociedad más justa y tu Reino,
y la felicidad que hay en el camino;
y que nada nos haga perder tesoro tan preciado.
Que lo aceptemos con respeto y humor,
y nos relajemos un poco más de lo habitual
aunque sigamos con la perenne crisis
que se ha instalado en nuestro mundo y corazón.
Que el año que nace, Señor,
sea para todos sorprendente y feliz,
y el mejor regalo de tu corazón de Padre.
(Florentino Ulibarri)
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