"También les dijo Jesús:
– Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo, y que a medianoche va a su casa y le dice: 'Amigo, préstame tres panes, porque otro amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa y no tengo nada que ofrecerle.' Sin duda, aquel le contestará desde dentro: '¡No me molestes! La puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte nada.' Pues bien, os digo que aunque no se levante a dárselo por ser su amigo, se levantará por serle importuno y le dará cuanto necesite. Por esto os digo: Pedid y Dios os dará, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama a la puerta, se le abre. ¿Acaso algún padre entre vosotros sería capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado? ¿O de darle un alacrán cuando le pide un huevo? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!"
Jesús nos ama y se nos entrega totalmente. Pero nosotros hemos de buscar, debemos pedir, tenemos que llamar a su puerta. Él nos dará siempre cosas buenas. Nos dará el Espíritu. Sólo debemos insistir.
"Pedir, buscar, llamar a la puerta: son tres tareas de los buscadores del Reino. Todos somos peregrinos. Nuestra identidad es la de buscadores del sentido de la vida, hay que buscar, caminar, salir de nosotros mismos para viajar a lo más íntimo de nosotros mismos y encontrar allí el agua de la vida. Somos seres pobres, necesitamos ayuda. Nos sentimos seres perdidos, necesitamos buscar el camino, el tesoro escondido del reino. Somos seres sin hogar, necesitamos llamar a las puertas para encontrar una casa que nos acoja. Somos como huérfanos sin un hogar estable. Este Dios del reino que revela Jesús, este Padre amoroso no se esconde, escucha la llamada, pero no abre si no llamamos. Está esperando nuestra iniciativa. Entonces abre la puerta y acoge al peregrino. No es como el amigo de la parábola que le cuesta abrir la puerta y solo la abre para que le dejemos en paz porque quiere dormir. Dios no duerme, está deseando que llamemos a su puerta. Si llamamos Él abre y nos invita a una cena donde delicadamente nos enamora." (Koinonía)
"VOSALTRES QUE SOU DOLENTS DONEU COSES BONES ALS VOSTRES FILLS..." GRÀCIES Pare Nostre
ResponderEliminarEstimat: la pressumpció de dolenteria no és bona d'entrada. Sort que després es reconeix que som bons, perquè sabem donar coses bones.
ResponderEliminarUna abraçada, Joan Josep.