"Mientras iban de camino, un hombre dijo a Jesús:
– Señor, deseo seguirte adondequiera que vayas.
Jesús le contestó:
– Las zorras tienen cuevas y las aves nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza.
Jesús dijo a otro:
– Sígueme.
Pero él respondió:
– Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.
Jesús le contestó:
– Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el reino de Dios.
Otro le dijo:
– Señor, quiero seguirte, pero deja que primero me despida de los míos.
Jesús le contestó:
– El que pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás, no sirve para el reino de Dios."
Seguir a Jesús nos exige dejarlo todo. Si de verdad consideramos que Él es amor, nos ayudará a quitar importancia a aquello que creíamos que era indispensable. Seguir a Jesús, sin embargo, no significa olvidarnos de los demás. Seguir a Jesús es verlo presente en los otros. Por ello seguir a Jesús es entregarse a los demás.
"Es propio del evangelio usar un lenguaje radical que obliga a dar una respuesta personal al proyecto de Jesús, el reinado de Dios, la oferta de vida que Dios lleva acariciando en la historia y que Jesús, lo ha descubierto y vive para esa causa. Nada es comparable a esta propuesta. Es el absoluto de la vida. Hay que venderlo todo para adquirirlo. Incluso las obligaciones más sagradas como enterrar a los muertos, o despedir a la familia quedan relativizadas ante este absoluto. Seguir a Jesús es convertirse en artesanos del reino. Es una revolución cultural abarcadora. Todo debe revisarse, evaluarse e iluminarse ante esta novedad. Esto es seguir a Jesús, convertirse en discípulos mientras vamos hacia la Jerusalén de Dios. Es ponerse en camino sin nada que nos ate. Todo queda relativizado, todo queda en relación al Reino: la familia, y hasta la propia vida. Como Iglesia nos toca todo el tiempo convertirnos al reinado de Dios dejando atrás todo aquello que nos aparte y nos distraiga, aunque sean tradiciones religiosas, leyes canónicas, teologías abstractas." (Koinonía)
"Es propio del evangelio usar un lenguaje radical que obliga a dar una respuesta personal al proyecto de Jesús, el reinado de Dios, la oferta de vida que Dios lleva acariciando en la historia y que Jesús, lo ha descubierto y vive para esa causa. Nada es comparable a esta propuesta. Es el absoluto de la vida. Hay que venderlo todo para adquirirlo. Incluso las obligaciones más sagradas como enterrar a los muertos, o despedir a la familia quedan relativizadas ante este absoluto. Seguir a Jesús es convertirse en artesanos del reino. Es una revolución cultural abarcadora. Todo debe revisarse, evaluarse e iluminarse ante esta novedad. Esto es seguir a Jesús, convertirse en discípulos mientras vamos hacia la Jerusalén de Dios. Es ponerse en camino sin nada que nos ate. Todo queda relativizado, todo queda en relación al Reino: la familia, y hasta la propia vida. Como Iglesia nos toca todo el tiempo convertirnos al reinado de Dios dejando atrás todo aquello que nos aparte y nos distraiga, aunque sean tradiciones religiosas, leyes canónicas, teologías abstractas." (Koinonía)
"...Posar la mà a l'arada i seguir caminant...Jesús"
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