Sin llamarle,
sin haber pensado siquiera en él,
sin saber muy bien quién es,
sin tener ojos para verle...
alguien viene,
pasa junto a nosotros,
se fija
y se sienta a nuestro lado
para estar cono nosotros, los seres humanos.
Alguien viene,
y tiene tantas cosas
que cambiar dentro de nosotros
y en nuestro entorno...
que nos guiña los ojos,
nos sonríe,
y nos pide complicidad.
No viene para que todo siga igual
ni para hacer silencio a nuestro lado;
viene porque es posible ser de otra forma,
tener vista y vida,
levantarse y caminar,
ser personas nuevas,
dejar la ceguera y dar testimonio del Reino
acogiendo sus semillas.
Alguien vien,
nos dirige su palabra,
una palabra que comprendemos
porque es clara,
afecta a nuestras miserias,
cura viejas heridas
y deshace tantos insoportables
esfuerzos y montajes...
Viene desde la cercanía de Dios
a encontrarse con nosotros
y a abrirnos los ojos
para que conozcamos su rostro
y nunca más vivamos en tinieblas,
con el miedo y la inseguridad
dentro de nuestro cuerpo y espíritu.
Viene
y sólo nos pide creer en él
y cambiar de bando
para tener lo que más anhelamos.
(Florentino Ulibarri)
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