"Jesús entró en el templo y, mientras estaba en él, enseñando, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos y le preguntaron:
– ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te ha dado tal autoridad?
Jesús les contestó:
– Yo también os voy a hacer una pregunta: ¿Quién envió a Juanp a bautizar: Dios o los hombres? Si me respondéis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.
Ellos se pusieron a discutir unos con otros:
- Si respondemos que le envió Dios, nos dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creísteis?’ Y si decimos que fueron los hombres, tenemos miedo de la gente, porque todos tienen a Juan por profeta.
Así que respondieron a Jesús:
– No lo sabemos.
Entonces él les contestó.
– Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas."
No hay nadie que pueda arrogarse la autoridad. Los sacerdotes quieren saber con qué autoridad curaba, perdonaba, acogía a todos. Jesús les hace ver que la única autoridad es la del Espíritu y este sopla donde quiere. Nadie puede adjudicarse la autoridad. Todo aquel que hace el bien, lo hace con la autoridad del Espíritu.
"La libertad del Espíritu de Dios es una de las convicciones bíblicas más arraigadas entre los cristianos. Esto es lo que brilla en el relato de Balán, aquel extranjero que debió bendecir a la gente cuando el rey que lo había contratado le exigía maldecirla. Pero esa libertad de Dios ha hecho camino secular también hacia los humanos adquiriendo diversas facetas o modos; pensemos en la libertad de expresión y en la libertad de pensamiento que han venido a constituirse en reconocidos derechos fundamentales de las personas a nivel universal. Los procesos educativos actuales tienen la libertad de pensamiento como ingrediente fundamental en la madurez de las personas. En efecto, de pequeños somos conducidos en las formas y criterios de vida de nuestros mayores, conforme crecemos en discreción y en el uso de la razón, comenzamos a preguntar y razonar sobre la validez de lo que hemos aprendido, hasta ir formulando criterios propios de vida. Balán, profetiza movido por el Espíritu de Dios. ¿Alienta en nosotros el mismo espíritu? ¿Cómo alienta esto entre el pueblo de Dios?" (Koinonía)
– ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te ha dado tal autoridad?
ResponderEliminarJesús les contestó:
– Yo también os voy a hacer una pregunta: ¿Quién envió a Juanp a bautizar: Dios o los hombres? Si me respondéis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.
Ellos se pusieron a discutir unos con otros:
- Si respondemos que le envió Dios, nos dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creísteis?’ Y si decimos que fueron los hombres, tenemos miedo de la gente, porque todos tienen a Juan por profeta.
Así que respondieron a Jesús:
– No lo sabemos.
Entonces él les contestó.
– Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas."