En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."
Jesús emplea la imagen de la vid para decirnos, que todos debemos estar unidos a Él. Es así como daremos fruto. Muchas veces estamos preocupados por los métodos pastorales, la forma de comunicar a los demás nuestra Fe y olvidamos que es estando unidos a Jesús como daremos frutos.
"Al leer este texto de Juan me viene a la mente un proverbio: «mejor dos juntos que uno solo: tendrá buena paga su fatiga» (Eclesiastés 4,9). El texto de Juan nos hace transitar por el mundo de la sabiduría para hablarnos de la importancia que tiene el dar fruto y no de cualquier clase, sino aquel que regenere la vida. Corremos el riesgo de echar al “fuego” oportunidades y talentos al no tomar decisiones oportunas. Y aquí surge otra disyuntiva respecto del proyecto al que nos adherimos: el del Reino de Dios o cualquier otro que, con falsas expectativas de felicidad, beneficia a una minoría y perjudica al resto. El proyecto del Reino anunciado por Jesús es garantía de vitalidad y nos permitirá producir fruto abundante a favor de la comunidad humana. Cuidado porque quien se desliga de la vid (como fuente) se va debilitando y puede no tener fuerza suficiente para resistir los días malos. ¿De qué necesitas ser podado para dar fruto? ¡Permanece en comunión con Dios! " (Koinonía)
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