En aquel tiempo, dijo Jesús: "Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños."
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: "Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante."
Jesús es la puerta. Todos estamos llamados a entrar por ella. No es una puerta con exclusiones. Jesús nos invita también a seguirlo. La idea de rebaño no es muy atractiva. No se trata de la noción de rebaño que nosotros tenemos. De alguien que sigue sin reflexionar. La idea de rebaño de Jesús es de comunidad. Lo hemos de seguir juntos, unidos. Sólo así podremos hacernos Uno con Él.
"Dentro del recinto del Templo de Jerusalén estaba la ley, símbolo del orden, el control, el miedo, todo en nombre de la seguridad nacional. Las relaciones eran formales, frías y orientadas por protocolos estandarizados. Llevaban al aplastamiento de las personas, obligándolas a pensar y actuar de la misma manera, en obediencia y sumisión al orden establecido. Fuera del recinto, se encontraba la vida libre, basada en el cuidado recíproco y el encuentro afectivo. Las relaciones eran abiertas, sin discriminaciones, basadas en el amor, la acogida y la benevolencia, capaz de transformar a las personas, saciando su búsqueda de sentido, curando sus enfermedades, abriendo nuevos horizontes y mejorando sus potencialidades. En su vida terrenal Jesús nos enseñó a abrir y cuando es necesario, también a derrumbar los recintos que mantienen la vida aprisionada por el egoísmo, el pecado, el prejuicio, la injusticia, la insensibilidad, la maldad, la falsedad, la indiferencia, el consumismo, la avaricia. ¿Qué tipo de relación comunitaria promueves? ¡Oremos por la humildad de nuestros guías espirituales! " (Koinonía)
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