En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día."
"¿Qué alimenta nuestra búsqueda de felicidad, sentido y espiritualidad? Hay quienes creen que la felicidad está en poseer cosas o en tener fama o éxito. Pero, la felicidad no se encuentra en lo meramente exterior. Para otras personas la felicidad se encuentra en el disfrute del momento presente o en sueños de futuro demasiado grandes, a veces, inalcanzables y utópicos, que no se materializan o les cuestan la vida. Ante tantos caminos de aparente felicidad, Jesús se propone a sí mismo como “pan” que sacia nuestra hambre de felicidad y sed de sentido. Este alimento se fundamenta en la ética del cuidado integral de la vida, basada en el respeto de nuestros semejantes y de toda criatura. Con Jesús como alimento, seremos capaces de pasar del egocentrismo al biocentrismo; eso significa la superación del individualismo y la ambición de quien se siente superior y con derecho de acapara y destruir. La Iglesia está llamada a fomentar relaciones más respetuosas para con el planeta y necesita de nuestro compromiso. ¡Atrévete! " (Koinonía)
L'Església està cridada a fomentar relacions més respectuoses envers el planeta i necessita el nostre compromís. Atreveix-te! "
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