sábado, 7 de mayo de 2022

PALABRAS DE VIDA ETERNA

 



En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: "Este modo de hablar es duro, ¿Quién puede hacerle caso?" Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: "¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen." Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: "Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede."
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: "¿También vosotros queréis marcharos?" Simón Pedro le contestó: "Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios."


Estos evangelios que hemos leído estos días son profundamente teológicos. No es extraño que los judíos no lo entendieran y que algunos discípulos abandonaran a Jesús. Lo que nos está pidiendo es hacernos uno con Él. Y esto supone la entrega total, la donación total. Esto no es fácil. Encarnar su Palabra.  
"El discurso del pan, en el capítulo 6 del evangelio de Juan, es duro, radical y difícil: por eso muchos de los discípulos abandonan a Jesús. Sin embargo, es central para la fe cristiana, porque nos revela el espíritu que debe orientar nuestra vida: el testimonio de Jesús. Hoy, la mayoría de los cristianos lo son por tradición: van a la Iglesia como quien va al supermercado a consumir un producto. La masificación del cristianismo ha significado también un bajar el nivel o, mejor dicho, el compromiso generoso. Es lo que se define como “secularización”: la fe, para muchos bautizados, no es más el criterio fundamental que orienta sus vidas, sus decisiones, su ética. Profesan una fe cristiana, o algunas prácticas de piedad, pero viven sin Espíritu. Es necesaria una nueva evangelización, para caldear la “tibieza” de la Iglesia y la “distancia” del compromiso transformador de la realidad. Asumir con responsabilidad la fe encarnando el evangelio de Jesús es tarea pendiente de muchas comunidades. ¡Sé evangelio vivo! " (Koinonía)

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