Y les dijo: “Id por todo el mundo y anunciad a todos la buena noticia. El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea será condenado. Y estas señales acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán nuevas lenguas; cogerán serpientes con las manos; si beben algún veneno, no les dañará; pondrán las manos sobre los enfermos, y los sanarán.”
Después de hablarles, el Señor Jesús fue elevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Los discípulos salieron por todas partes a anunciar el mensaje, y el Señor los ayudaba, y confirmaba el mensaje acompañándolo con señales milagrosas.
Jesús nos envía a anunciar la buena nueva. Tenemos la seguridad de que Él estará siempre a nuestro lado para protegernos.
Anunciar la Buena Nueva no es solamente predicarla, sino practicarla. Y sabemos que en otro pasaje del Evangelio Él nos dice que la Buena Nueva es, que los cojos andan, los ciegos ven...Son nuestras obras con los más necesitados, pobres y perseguidos lo que será nuestra mejor predicación, nuestro mejor apostolado.
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