En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús salió al encuentro y les dijo:«Alegraos». Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo:«No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán». Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles:«Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros».Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.
Las mujeres lo reciben con alegría. Quedan atrás el sufrimiento de los días anteriores. Encontrarnos con Jesús siempre nos lleva a la alegría plena.
El mensaje que deben llevar a los discípulos es, que vayan a Galilea y allí lo verán. Ir a Galilea es volver a los inicios. Jesús nos repite hoy a nosotros el mismo mensaje. Ir a Galilea, volver a los inicios. debemos volver a aquella comunidad inicial sencilla, llena de amor. Debemos seguir a aquel Jesús que curaba, que perdonaba, que era todo Amor. Nos preocupa la descristianización de nuestra sociedad. Jesús nos apremia a volver a los inicios. A hacer una Iglesia humilde, dedicada a los pobres, a los más débiles. Una Iglesia con los brazos abiertos a todos los hombres. Una Iglesia que perdona. Una Iglesia que ha de ser Amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario