Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador. Si uno de mis sarmientos no da fruto, lo corta; pero si da fruto, lo poda y lo limpia para que dé más. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado. Seguid unidos a mí como yo sigo unido a vosotros. Un sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no está unido a la vid. De igual manera, vosotros no podéis dar fruto si no permanecéis unidos a mí.
Yo soy la vid y vosotros sois los sarmientos. El que permanece unido a mí y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí nada podéis hacer. El que no permanece unido a mí será echado fuera, y se secará como los sarmientos que se recogen y se queman en el fuego.
Si permanecéis unidos a mí, y si sois fieles a mis enseñanzas, pedid lo que queráis y se os dará. Mi Padre recibe honor cuando vosotros dais mucho fruto y llegáis así a ser verdaderos discípulos míos.
Hoy en Catalunya celebramos la liturgia de San Jorge que no pudimos celebrar ayer. Este evangelio nos invita a permanecer unidos a Jesús. Él y todos nosotros, formamos la verdadera Comunidad del Reino. Sólo si permanecemos unidos a Él podemos dar fruto. Con Jesús formamos una Unidad. Lo que también llamamos el Cuerpo Místico. Por más que oigamos que la religión es algo personal, no somos cristianos si no nos sentimos comunidad. La Eucaristía es esa viña en la que todos nos unimos al Jesús que recibimos y a los hermanos que lo recibimos todos juntos.
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