jueves, 23 de noviembre de 2023

JESÚS LLORA

 

Cuando llegó cerca de Jerusalén, al ver la ciudad, lloró por ella y dijo: “¡Si entendieras siquiera en este día lo que puede darte paz!... Pero ahora eso te está oculto y no puedes verlo. Pues van a venir días malos para ti, en los que tus enemigos te cercarán con barricadas, te sitiarán, te atacarán por todas partes y te destruirán por completo. Matarán a tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no reconociste el momento en que Dios vino a salvarte.

Quizá Jesús está llorando por nosotros y no somos conscientes. ¿Amamos de verdad a nuestro prójimo?¿Intentamos ayudar al que lo necesita?¿Sabemos ver a Jesús en los pobres, perseguidos, abandonados?¿Vivimos para los demás o lo hacemos por nuestros intereses? Si no lo hacemos, seguro que Jesús está llorando como lo hizo ante Jerusalén. Porque no sabemos ver lo que realmente nos da la paz, nos hace felices...

"- Jesús lloró porque sabía lo que le esperaba a Jerusalén, la ciudad que amaba. Él sabe que en ella están todos los elementos necesarios para realizar el Plan de Dios. Él lloró por un pueblo, al que amaba aún más. Lloró porque sabía cómo ese pueblo buscaba la salvación en todo lugar menos en el lugar donde podría encontrarla.
- Jesús lloró: la incredulidad de Israel traería consecuencias nacionales desastrosas. Estas consecuencias se produjeron en el año 70 dC, cuando Jerusalén fue destruida por los romanos. Tristemente, pero con precisión, la predicción de Jesús aconteció. El día de la “visita del Señor” se perdió.
- Jesús lloró: este llanto de Jesús muestra  su tristeza, su amargura y su impotencia. No cabe mayor gesto de compasión y solidaridad que la presencia, el silencio y el llanto. Jesús muestra  su desgarro al comprobar la frialdad de un pueblo endurecido que no reconoce la visita de Dios y rechaza su mensaje y a su Mensajero.
- Jesús lloró: por la tragedia de nuestro pecado. Qué poca gente le entendió y le siguió mientras vivió, y ahora cuántos pasan de Él. Entre los que nos llamamos “cristianos” cuantos lo tenemos olvidado o le creemos según nos convenga o nos interese… Somos discípulos “tibios” y “acomodaticios”.
- Jesús lloró: las lágrimas de Jesús son fecundas y pueden hacer que el llanto se convierta en gozo eterno. Decía Santa Teresa: “las lágrimas riegan el alma, como la lluvia riega el jardín”. Miremos hoy cómo está nuestro barrio, nuestra comunidad o nuestro país. Parece que los conflictos se han adueñado de nuestras vidas y quedamos como atrapados. Hoy Jesús también nos mira a nosotros, a nuestro barrio, a nuestra comunidad, y nos pide que busquemos caminos para llegar a la paz. En lo que podamos ser responsables, construyamos una vida de paz y prosperidad para todos¿Lloras a veces viendo la situación del mundo, del país o de tu barrio?  ¿Hemos sido capaces de reconocer la «visita de Dios» en nuestro entorno?"
(José Luis Latorre cmf, Ciudad Redonda)

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