Al oir esto, uno de los que estaban sentados a la mesa dijo a Jesús:
– ¡Dichoso el que tenga parte en el banquete del reino de Dios!
Jesús le dijo:
– Un hombre dio una gran cena e invitó a muchos. A la hora de la cena envió a su criado a decir a los invitados: ‘Venid, que ya está todo preparado.’ Pero ellos comenzaron a una a excusarse. El primero dijo: ‘Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego que me disculpes.’ Otro dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y he de probarlas. Te ruego que me disculpes.’ Y otro dijo: ‘No puedo ir, porque acabo de casarme.’ El criado regresó y se lo contó todo a su amo. Entonces el amo, indignado, dijo a su criado: ‘Sal en seguida a las calles y callejas de la ciudad, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los ciegos y a los cojos.’ Volvió el criado, diciendo: ‘Señor, he hecho lo que me mandaste y aún queda sitio.’ Y el amo le contestó: ‘Ve por los caminos y cercados y obliga a otros a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos primeros invitados comerá de mi cena.’
Aunque hoy es de otro evangelista, esta parábola la comentamos hace poco. Dios nos invita al banquete del Reino, a compartir, a entregarnos, a la fraternidad...Nosotros muchas veces lo rechazamos. Preferimos nuestro poder, nuestra ambición, el tener y dominar. Pero Él no se da por vencido y sale por los caminos y calles tras aquellos que todo el mundo desprecia.
Los cristianos de toda la vida nos alejamos cada vez más del Reino. Por eso el Papa Francisco, siguiendo a esta parábola, nos invita a ir a la frontera en busca de nuevos seguidores.
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