Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el Hijo del hombre ha de ser levantado, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.
La cruz no es un instrumento de tortura. Para Jesús, la cruz, es tomar sobre Él todos nuestros pecados, males, desgracias, sufrimientos...Cuando nos pide que carguemos con nuestra cruz, nos pide que tomemos como nuestro el sufrimiento de todos. En vez de ser ciegos y sordos a la desgracia de los demás, es asumirla como nuestra. Es entregarse y ser dolidario.
"¿Exaltación de la cruz? ¿Qué significa esto? ¿Exaltamos un potro de tortura de origen persa que durante el imperio romano se aplicaba como escarmiento a los subversivos y revolucionarios? ¿Un instrumento que causaba la más brutal de las muertes y agonías es venerada por los cristianos? ¿Qué tiene de gloria una cruz?
Si, la exaltamos porque en ella aconteció el gesto más grande de amor: el Hijo de Dios entrega su vida por nosotros. ¿Qué significa esto? ¿Por qué tiene que morir Jesús de esta manera? Significa que en su encarnación el Padre quiso que Jesús atravesara lo más duro de la condición humana. Jesús muere de esta manera para que todo ser humano que experimente la limitación humana: dolor físico o psicológico, es decir, abandono, sufrimiento, soledad en su máxima expresión, enfermedad, impotencia, agonía, burla, violencia física, acoso…, pueda encontrar en estas duras experiencias de la vida a Jesús que está con él, que le acompaña y le conforta en estos túneles de la vida. Es decir, en lo peor que me puede pasar también me puedo encontrar con Jesucristo y sentir su fuerza y su consuelo porque Él pasó por estas experiencias para llenarlas con su presencia. Pues si el encuentro con Jesús sólo aconteciera -que acontece- en las experiencias humanas de amor, belleza, unidad, paz…, en las más bonitas de la vida, el Hijo del Hombre nada tendría que decir ante el problema del mal y del sufrimiento. Y en la cruz Jesús nos dice: no estás solo, yo estoy contigo y te ayudo a llevar tus sufrimientos. Y esto acontece a través de muchas mediaciones y lenguajes por los que el Espíritu Santo actúa, como suele hacer. ¿Acaso no conoces a personas que ante una situación de cruz como un cáncer, una pérdida, etc., lo han afrontado con una fuerza y paz sobrenaturales gracias a su fe?
Qué bien recoge la liturgia de la Palabra de hoy este gesto de amor de Jesús en la carta a los Filipenses: … se despojó de su rango… se rebajó hasta someterse incluso a la muerte… por eso Dios lo levantó sobre todo… de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble… Y este gesto de amor del Padre en el evangelio de Juan que hoy es proclamado: …tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna.
Jesús no nos libra de la cruz, pero nos ayuda a llevarla. Y, qué queréis que os diga, yo prefiero sentirme muy querido y acompañado en las cruces de mi vida, porque lo peor que nos puede pasar es vivirlas en soledad. Por eso los cristianos estamos llamados a practicar la solidaridad y la misericordia, para que nadie en su experiencia de dolor se sienta sólo. Estamos llamados a ser «Cristos» para los otros porque los otros son «Cristo» para mí. En definitiva, exaltamos la cruz porque en ella también nos encontramos con Jesús. O, en otras palabras, parafraseando a San Pablo, nada nos separará del amor de Dios, ni siquiera las experiencias más duras de la vida.
En tu oración de Dios pídele al Señor la gracia de encontrarte con Él en las situaciones de la vida qué más te quiten la paz interior."
(Juan Lozano cmf, Ciudad Redonda)
i al peu de la Creu de Jesús...i era Ella .( la mare dels Dolors)
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