jueves, 11 de abril de 2024

CREER ES VIVIR

 

El que viene de arriba está sobre todos. El que es de la tierra es terrenal y habla de las cosas de la tierra. En cambio, el que viene del cielo está sobre todos y habla de lo que ha visto y oído. Sin embargo, nadie cree lo que él dice. Pero el que lo cree, confirma con ello que Dios dice la verdad; pues el que ha sido enviado por Dios habla las palabras de Dios, porque Dios da abundantemente su Espíritu. El Padre ama al Hijo y le ha dado poder sobre todas las cosas. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no quiere creer en el Hijo no tendrá esa vida, sino que recibirá el terrible castigo de Dios.

Juan, en el evangelio, nos dice que debemos creer en el Hijo y que esto nos da la Vida. Si creemos vivimos. La Fe es Vida, porque da el verdadero sentido a nuestra manera de vivir. Creer en Jesús es seguir su Palabra. Creer en Jesús es ser sus discípulos e intentar imitarlo en su vida. Creer en Jesús es amar.
A Dios lo conocemos a través de su Hijo, de Jesús que nos transmite la Palabra de Dios y nos transmite su Espíritu.
¿Queremos vivir? Debemos examinarnos para ver cómo es nuestra Fe en Jesús. Cómo le seguimos y lo imitamos. 

miércoles, 10 de abril de 2024

EL AMOR Y LA LUZ



 Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.
El que cree en el Hijo de Dios no está condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado por no creer en el Hijo único de Dios. Los que no creen ya han sido condenados, pues, como hacían cosas malas, cuando la luz vino al mundo prefirieron la oscuridad a la luz. Todos los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan a ella para que no se descubra lo que están haciendo. Pero los que viven conforme a la verdad, se acercan a la luz para que se vea que sus acciones están de acuerdo con la voluntad de Dios.

Jesús sigue hablando con Nicodemo. Le muestra el Amor de Dios. Un Dios que quiere salvar, no condenar. Por eso lo envió a Él, para traernos la Luz i salvarnos.
Debemos amar la Luz. La oscuridad es el mal. Si leemos el relato de la creación, lo primero que Dios crea es la Luz. Es a partir de ahí que irán apareciendo todas las cosas creadas. Juan empieza su evangelio diciendo:
"Al principio ya existía la Palabra y la Palabra se dirigía a Dios y la Palabra era Dios.
Ésta al principio se dirigía a Dios. Todo existió por medio de ella, y sin ella nada existió de cuanto existe. En ella había vida, y la vida era la Luz de los hombres; la Luz brilló en las tinieblas y las tinieblas no la comprendieron".
La Palabra y la Luz es el Amor de Dios sobre nosotros. Por eso debemos preferir la Luz a las tinieblas. Aceptar a Dios es aceptar el Amor. Es dedicar nuestra vida a amar. Si amamos, estamos salvados. 


martes, 9 de abril de 2024

NACER DE NUEVO

 

No te extrañes si te digo: ‘Tenéis que nacer de nuevo.’ El viento sopla donde quiere y, aunque oyes su sonido, no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así son todos los que nacen del Espíritu.
Nicodemo volvió a preguntarle:
– ¿Cómo puede ser eso?
Jesús le contestó:
– ¿Tú, que eres el maestro de Israel, no sabes estas cosas? Te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos y somos testigos de lo que hemos visto; pero no creéis lo que os decimos. Si no me creéis cuando os hablo de las cosas de este mundo, ¿cómo vais a creerme si os hablo de las cosas del cielo?
Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el Hijo del hombre ha de ser levantado, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

Jesús se lo dice a Nicodemo y nos lo dice a todos: Tenéis que nacer de nuevo.
Por el bautismo hemos nacido de nuevo del agua. Pero también debemos nacer del Espíritu, es decir del Amor. Seguir a Jesús es cambiar de vida, es verlo todo con ojos diferentes, con la óptica del Amor.
Él, entregándose, siendo levantado en la cruz, nos salvó a todos. Así nos enseñó el camino a seguir. También nosotros debemos cambiar de vida, dejar atrás nuestros egoísmos y entregarnos totalmente a los demás. Seguir el camino del Amor, que es su camino. 

lunes, 8 de abril de 2024

DECIR SÍ

  

A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea llamado Nazaret, a visitar a una joven virgen llamada María que estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, descendiente del rey David. El ángel entró donde ella estaba, y le dijo:
– ¡Te saludo, favorecida de Dios! El Señor está contigo.
Cuando vio al ángel, se sorprendió de sus palabras, y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo:
– María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será un gran hombre, al que llamarán Hijo del Dios altísimo: y Dios el Señor lo hará rey, como a su antepasado David, y reinará por siempre en la nación de Israel. Su reinado no tendrá fin.
María preguntó al ángel:
– ¿Cómo podrá suceder esto, si no vivo con ningún hombre?
El ángel le contestó:
– El Espíritu Santo se posará sobre ti y el poder del Dios altísimo se posará sobre ti como una nube. Por eso, el niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios. También tu parienta Isabel, a pesar de ser anciana, va a tener un hijo; la que decían que no podía tener hijos está encinta desde hace seis meses. Para Dios no hay nada imposible.
Entonces María dijo:
– Soy la esclava del Señor. ¡Que Dios haga conmigo como me has dicho!
Con esto, el ángel se fue.

La festividad de la Anunciación es el 25 de Marzo, pero como este año caía en plena Semana Santa, se ha trasladado a hoy.
María, una humilde muchacha de pueblo, recibió una gran misión de Dios: ser la Madre de su Hijo. Ella confía en Dios y responde con un sí, acetando la voluntad de Dios.
Nosotros, todos, recibimos una misión. Todos debemos realizar algo con nuestra vida en este mundo. No será la grandeza de la misión de María; quizá algo muy humilde. Primeramente debemos estar atentos para saber qué es lo que Dios nos pide. Saber leer los acontecimientos, los signos de los tiempos. Luego, hemos de saber decir sí, como María. Abandonarnos a la voluntad de Dios. con la seguridad de que Él nunca nos abandonará y lo tendremos a nuestro lado.


domingo, 7 de abril de 2024

SABER VER LAS LLAGAS

 

Al llegar la noche de aquel mismo día, primero de la semana, los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo:
– ¡Paz a vosotros!
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. Luego Jesús dijo de nuevo:
– ¡Paz a vosotros! Como el Padre me envió a mí, también yo os envío a vosotros.
Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió:
– Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar.
Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Después le dijeron los otros discípulos:
– Hemos visto al Señor.
Tomás les contestó:
– Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo creeré.
Ocho días después se hallaban los discípulos reunidos de nuevo en una casa, y esta vez también estaba Tomás. Tenían las puertas cerradas, pero Jesús entró, y poniéndose en medio de ellos los saludó diciendo:
– ¡Paz a vosotros!
Luego dijo a Tomás:
– Mete aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado. ¡No seas incrédulo, sino cree!
Tomás exclamó entonces:
– ¡Mi Señor y mi Dios!
Jesús le dijo:
– ¿Crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen sin haber visto!
Jesús hizo otras muchas señales milagrosas delante de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en él.

Los discípulos tenían miedo y Juan nos dice que estaban con las puertas cerradas.¿Tenemos las puertas abiertas, o estamos encerrados en nosotros mismos, llenos de miedo? Nos encontramos en un mundo en el que, ser seguidor de Jesús, ser creyente, se considera algo mal visto. Y esto nos puede llevar a vivir nuestra Fe en guetos, encerrados, ocultos...Pero esto, más bien indica, que Jesús no está en medio de nosotros. Cuando Él se hace presente, todo se llena de paz y alegría.
Tomás quiere ver, tocar, experimentar para creer. Quiere ver las llagas de Jesús. A nosotros también puede ocurrirnos lo mismo. Tenemos una Fe frágil, que desea evidencias para creer. Sin embargo, Jesús nos enseña cada día sus llagas y no sabemos verlas. Nos muestra a la víctimas de la guerra en Ucrania y Gaza y otros lugares. Nos muestra lo inmigrantes muriendo ahogados en el mar cada día. Nos muestra a los pobres que viven en la calle, a familias que no tienen lo necesario para subsistir. Nos muestra a los enfermos, a los que sufren. Nos muestra a los incomprendidos, a los perseguidos, a los ignorados...Y nosotros miramos para otro lado. Es allí donde encontraremos a Jesús. Es entregándose y sufriendo por ellos, como amamos y seguimos realmente a Dios. Él está en el otro, en el necesitado, en el que sufre. Cuando sepamos verlo exclamaremos: "Mi Señor y mi Dios!

sábado, 6 de abril de 2024

SALIR A LAS PERIFERIAS

Jesús, después de resucitado, al amanecer el primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. Ella fue y lo comunicó a los que habían andado con Jesús, que entonces estaban tristes y llorando. Al oirle decir que Jesús vivía y que ella le había visto, no la creyeron.
Después se apareció Jesús, bajo otra forma, a dos de ellos que caminaban dirigiéndose al campo. Estos fueron y lo comunicaron a los demás, pero tampoco a ellos les creyeron.
Más tarde se apareció Jesús a los once discípulos, mientras estaban sentados a la mesa. Los reprendió por su falta de fe y su terquedad, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. Y les dijo: “Id por todo el mundo y anunciad a todos la buena noticia."

Marcos nos resume en pocas líneas las apariciones de Jesús. A María Magdalena, a los discípulos de Emaús y, finalmente, a los discípulos.
No creyeron ni a María Magdalena ni a los dos de Emaús. Personas a las que deberían dar crédito, porque eran cercanas a ellos. A nosotros también nos cuesta ver el mensaje de Jesús en los más cercanos. Los conocemos "demasiado". Los juzgamos continuamente. Jesús se ha de aparecer en persona para que le crean.
Les ordena que vayan "por todo el mundo". El papa Francisco nos dirá "salid a las periferias". Posiblemente nos llevaremos la sorpresa de que aquellos que están más alejados nos creerán y nos harán más caso que los que tenemos cerca, que nuestros conocidos. En todo caso, la Fe no es algo que debemos guardar para nosotros, si no que debemos proclamarla, anunciarla, llevarla a todo el mundo. porque la Fe se vive en Comunidad.

viernes, 5 de abril de 2024

AMAR PARA RECONOCERLO

  

Después de esto, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos, a orillas del lago de Tiberias. Sucedió de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, al que llamaban el Gemelo, Natanael, que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos de Jesús. Simón Pedro les dijo:
– Me voy a pescar.
Ellos contestaron:
– Nosotros también vamos contigo.
Fueron, pues, y subieron a una barca; pero aquella noche no pescaron nada. Cuando comenzaba a amanecer, Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no sabían que fuera él. Jesús les preguntó:
– Muchachos, ¿no habéis pescado nada?
– Nada – le contestaron.
Jesús les dijo:
– Echad la red a la derecha de la barca y pescaréis.
Así lo hicieron, y luego no podían sacar la red por los muchos peces que habían cogido. Entonces aquel discípulo a quien Jesús quería mucho le dijo a Pedro:
– ¡Es el Señor!
Apenas oyó Simón Pedro que era el Señor, se vistió, porque estaba sin ropa, y se lanzó al agua. Los otros discípulos llegaron a la playa con la barca, arrastrando la red llena de peces, pues estaban a cien metros escasos de la orilla. Al bajar a tierra encontraron un fuego encendido, con un pez encima, y pan. Jesús les dijo:
– Traed algunos peces de los que acabáis de sacar.
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la playa la red llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo:
– Venid a comer.
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó en sus manos el pan y se lo dio; y lo mismo hizo con el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de haber resucitado

Los discípulos, siguiendo el mandato de Jesús, están en Galilea, donde dijo que lo verían.
No olvidemos que el Evangelio de Juan es el más catequético y todos los detalles son importantes.
Encontramos a los discípulos junto al mar de Galilea y de noche. Es decir, en la oscuridad, sin la luz de Jesús. Van a pescar y no obtienen nada. Es inútil nuestro apostolado, nuestras acciones. Sin Jesús, en la noche, no obtendremos ningún resultado.
Él les pregunta qué han pescado. Ellos siguen sin reconocerlo. Les dice que echen las redes en el otro lado de la barca y la pesca es abundante. Con Jesús nuestros resultados serán óptimos.
El primero en reconocerlo es Juan, el discípulo amado. Sólo amando podemos reconocer a Jesús. Podemos tener los más altos conocimientos teológicos, si no amamos, no conoceremos a Jesús.
Jesús comparte con ellos lo que había preparado. Todos lo reconocen: en los frutos obtenidos y en el compartir.
Si no amamos, si no compartimos, si no formamos comunidad...difícilmente reconoceremos al Señor a nuestro lado.