Lo veía todos los días sentado en un banco en un rincón de la iglesia. Se le veía triste y preocupado. Un día, el Anacoreta, a la salida, mientras le ayudaba a descender los escalones le dijo:
- Todos los días lo veo en la iglesia, pero lo noto triste, muy triste...
Suspiró el anciano e indicó un banco de la plaza al Anacoreta. Se santaron y el anciano le dijo:
- He sido un gran pecador, ¿cómo quiere que sea feliz?
Sorprendido, el Anacoreta respondió:
- Precisamente, porque lo ha sido y ya no lo es, tendría que estar muy feliz.
El anciano movió pesarosamente la cabeza:
- ¡Eran tantos los pecados! No sé si merezco el perdón...
El Anacoreta tuvo que contar a diez para no responder con un exabrupto. Suavemente dijo:
- ¿Duda usted del perdón de Dios?¿Duda de su misericordia? Él es el Padre que le esperaba cada día, mirando al horizonte, esperando su regreso e hizo matar el ternero mejor para celebrar su regreso...
Hizo una pequeña pausa y prosiguió:
- Me temo que su tristeza no viene por la duda del perdón de Dios, sino porque usted no se ha perdonado a sí mismo...Nos cuesta más perdonarnos a nosotros, que perdonar a los demás...
Y permanecieron sentados en silencio....
Gran verdad.
ResponderEliminarCuanto daño nos hacemos en ese no perdon íntimo. Yo en primera persona me he flagelado insistentemente, y sí, Dios me había redimido hacía mucho, porque a una hija nunca se la abandona. Pero la hija no terminaba de creer en su maravilloso regalo.
Un beso desde el viejo reyno.
Aiara
El perdon es la puerta al reconocimiento humilde de lo que soy, solo desde ese yo soy, puedo sentir el perdon,, si llegue a mi, perdonar al projimo se convierte en todo un honor y un placer que solo el corazon sincero reconoce. Un fuerte abrazo corazon.muuuuuuuak!!
ResponderEliminarHola, Joan, esta entrada me ha sorprendido y me ha hecho reflexionar; cuanta verdad veo en la frase "Nos cuesta más perdonarnos a nosotros mismos que perdonar a los demás". Me doy cuenta que éste es mi perfil y, que sin ser consciente de ello, mi intransigencia para conmigo misma puede ser la clave de muchas cosas.
ResponderEliminarGracias por plantear un tema que habitará en mi mente todo el fin de semana.
Un abrazo!
Montse
Mi querido Joan..estoy muy cansada..esta entrada me harà reflexionar sobre el Perdòn, tàntas veces lo mencionamos..y si, es muy cierto que nos cuesta màs perdonarnos y aceptarnos primero a nosotros mismos..
ResponderEliminartqm! besotes, Oriana..
Y así suele ocurrir tantas veces ¡¡¡Es el desconocmiento del autoperdón lo que nos hace ser esclavos de la pena,de la tristeza.
ResponderEliminarEntiendo al anciano y su tristeza,por ello.
Besucos
Gó
Es la verdad nos cuesta perdonar nuestros pecados,es la pisada que vamos dejando en el camino de la vida,tengo que perdonarme primero yo, para hacerme hombre tuve que conocer el pecado, el me trato duro,templo mi caracter me llevo a lugares de lujuria, me humillo, barrio con mi honra. Pero llega la ayuda divina y la aproveche,hoy soy un anciano respetable por mis semejantes. Amen
ResponderEliminarHola.. Me encanto el relato solo me hubiera gustado en que el anciano lo hubiera entendido y la sonrisa volviera a su rostro; Creo que solo aceptando que somo seres humanos inperfectos alcanzaremos a comprender que nos podemos equivocar y a perdonarnos, perdemos mucho tiempo culpandonos de cosas del pasado que dejamos pasar cosas hermosas del presente, cada día es una nueva oportunidad que nos da Dios y si el nos la regala quienes somos nosotros para preguntar si la merecemos. amigos les recomiendo los libros de "los 4 acuerdos" y el 5to acuerdo" les ayudara mucho. VIVAN LA VIDA DE TAL MANERA QUE CUANDO MUERAN TODOS LLOREN Y TU RIAS. Jennifer
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