Demasiadas veces esperamos en nuestra vida espiritual una recompensa. Hacemos el bien y evitamos el mal en busca de la recompensa del Cielo. Y olvidamos que el Cielo no es un "lugar"; es un "estado". Es la unión total con Dios.
Así nos lo dice Ramon Llull en el párrafo 63 de "Llibre d'Amic i Amat":
"Pidió el Amigo a su Amado que le pagara por el tiempo que había estado a su servicio. Contó el Amado los pensamientos, deseos, lágrimas, peligros y los trabajos que había soportado su Amigo por su amor; y añadió en esta cuenta, eterna bienaventuranza. I se dió a sí mismo, como paga, a su Amigo."
El Premio es ser aquello que SOMOS. Expresarnos desde esa Divinidad Interna. Ser una expresión de la Creación de Dios.
ResponderEliminarUn Beso grande, Joan.
Hari
Este pequeño texto me resulta extraordinariamente cercano por cuestiones personales; imagina que en un momento determinado actuamos de una forma parecida a "hacer el bien", sin esperar nada a cambio, sin recompensa material alguna, pero sí que en fondo damos por hecho la gratitud de la persona ayudada; solo eso, algo de reconocimiento. Cuando eso no se recibe, uno se llega a plantear si en lugar de hacer el bien no se estará haciendo el "primo"...
ResponderEliminarBueno, ya sabes, algunas cosas, cuanto más tiempo transcurre más rabia dan.
Sin duda, me quedo con Llull y su Amic e Amat antes que con ciertas realidades.
Un fuerte abrazo lleno de complicidad.
Montse
Joan,me quedo con la frase de que el cielo no es un lugar,si no un estado:Estado que en instantes,vemospresente en nuestras vidas.
ResponderEliminar"Y amante se dió a sí mismo"Hermoso¡¡
Besucos
Gó
Y qué difícil resulta eso de "la unión total con Dios" y lo de "darse a si mismo"
ResponderEliminarPero por difícil que parezca habrá que seguir intentándolo
Feliz viernes
Soqui