El 16 de Abril de 2007 en el Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia, un alumno perturbado irrumpió con un arma y disparó contra sus compañeros. Quince de ellos se salvaron de la muerte, gracias a la entrega de su profesor.
La palabra "entrega", es sospechosa en nuestra sociedad. Suena a sumisión, dependencia, debilidad... Sin embargo, el auténtico sentido de la palabra entrega es la de darse totalmente como única forma de liberarnos de la cárcel de nuestro egocentrismo.
Liviu Librescu era el profesor que se encontraba ese día en el aula 204. Presionó con su cuerpo la puerta de la clase, mientras apremiaba a sus alumnos a saltar por la ventana para ponerse a salvo. Este profesor, judío rumano, que había sobrevivido a los nazis en la segunda guerra mundial, murió en su aula, después que el asesino disparara a través de la puerta, que él mantenía cerrada, para salvar a sus alumnos...
Es un ejemplo de entrega total. Dió su vida para salvar a sus alumnos.
Pero esta mañana, mientras meditaba en este hecho en el autobús que me conducía al Hospital Clínico, pensaba que los grandes gestos de amor son causados por la ausencia de los pequeños gestos de amor cotidianos.
Me explico:
El alumno que irrumpió armado en su escuela y empezó a disparar indiscrinadamente contra sus compañeros, fue etiquetado inmediatamente de perturbado. Ciertamente lo que hizo era de perturbado. Pero, ¿a qué se debía su perturbación? A la ausencia de los pequeños actos de amor cotidianos. Un adolescente al que se le desprecia continuamente en vez de interesarse por él. Un adolescente en una familia en el que no cuenta para nada. Un adolescente del que se ríen sus compañeros...Si las personas que lo rodeaban lo hubieran tratado con amor, interesándose por él, valorándolo como persona...no habría sido necesario el acto heroico de su profesor...Ciertamente hay enfermedades mentales. También hay personas que parecen elegir el mal. Pero, ¿el entorno de esas personas no agraba la situación?
Tanto el heroísmo como la depravación no son instantáneas. Ciertamente ese profesor debía ser una persona que sabía amar; por eso fue capaz de ahcerlo en un momento hasta el extremo. Pero tampoco nadie se convierte en un asesino de golpe. Si sus alumnos, quizá los profesores, seguramente sus padres, hubiesen hecho cada día esos pequeños actos de amor que todos esperamos de los demás...probablemente Liviu no se habría visto obligado a dar su vida por sus alumnos.
En el aula 204 sigue la puerta agujereada por los disparos y manchada con la sangre del profesor, recordando que el amor, la entrega, es más fuerte que el odio impasible e irreflexivo...
La verdad es que yo no conocía lo del profesor, lo que ocurrió en el colegio se suele publicar siempre a bombo y platillo pero como decimos muchas veces, parece que lo bueno no vende y los actos de generosidad y de entrega ni siquiera cuentan
ResponderEliminarPor lo demás estoy de acuerdo contigo, yo también creo que los asesinos no se hacen de un dìa para otro, pero esa idea tampoco suele estar bien vista
Un abrazo
Soqui
Josep qué gandes son los pequeñpos detalles que son los que conforman una vida entera.
ResponderEliminarSí,esos jóvenes ,no son bandidos porque sí.Siempore creí que todo tiene su inicio.
EL profesor..no sé si todos podríamos hacer lo que él hizo
Es un don que emana por si mismo.
Como madre me siento co-responsable,con la sociedad .
Besucos
Gó
Hola JOAN,llevo un rato en tu casa ,poniendome un poco al día después de mi ausencia ..esta entrada me ha emocionado en especial...no soy capaz de escribir nada más..
ResponderEliminarUn abrazo..isa