¿QUÉ ES EL HOMBRE?

Ayer una amiga me hacía esta pregunta. Cuando oigo esta cuestión, siempre me viene a la mente este fragmento del Salmo 8:

Cuando veo el cielo que tú mismo hiciste,

y la luna y las estrellas que pusiste en él,
pienso:
¿Qué es el hombre?
¿Qué es el ser humano?
¿Por qué le recuerdas y te preocupas por él?
Pues le hiciste casi como un dios,
le rodeaste de honor y dignidad,
le diste autoridad sobre tus obras,
le pusiste por encima de todo: 
sobre las ovejas y los bueyes, sobre los animales salvajes,
sobre las aves que vuelan por el cielo,
sobre los peces que viven en el mar,
¡sobre todo lo que hay en el mar!

Sin embargo ella no me hacía la pregunta movida por las constataciones de este salmo, sino por lo contrario. Por los desastres naturales y, sobre todo, por los desastres provocados por el hombre: guerras, hambre, injustícias...

Ciertamente el problema del mal es inexplicable y la maldad del hombre injustificable, sobre todo si hace en nombre de Dios o se confiesa uno miembro de una religión que lleva dos mil años predicando el amor...

Ella concluía diciéndome:

- Joan. No somos nada. ¿Qué hacemos aquí?

Y entonces dejo el salmo escrito a un lado y me viene a la mente ese salmo vivido, que son la multitud de personas anónimas que viven entregadas a los demás. Esas monjas que ni siquiera recuerdo su nombre y que dedican su vida a las mujeres prostituídas en manos de mafias y que acaban de fundar una comunidad en Ciudad Juarez. En las Hermanitas de Jesús repartidas por los barrios mas humildes viviendo y trabajando con la misma humildad. En tantos misioneros que dejan su vida en la selva, el desierto, las favelas...En tantas personas que pasan las horas junto al lecho de un enfermo en fase terminal o acompañando a uno afectado de Altzheimer...En los que desde la sombra luchan para que este mundo sea más justo...Para los que queman su vida día a día como la cera de una vela, dando su vida y rezando por los demás...

- Sí - me dijo ella - pero esos no tienen influencia. No lograrán nada.

Y ahí sí que no estoy conforme. Siempre recordaré aquellos niños de primaria de un colegio de Tarragona que, rascando con sus deditos durante el recreo, al cabo del tiempo derrumbaron una pared. Ya sé. Nos gustaría que apareciera Dios y en un santiamén lo arreglara todo. En el fondo no nos desprendemos de ese dios de nuestra infancia, mágico, esa imagen falsa de un dios tapa agujeros, fontanero, arréglalotodo.

La grandeza del hombre está en esa capacidad de amor, de entrega. La grandeza está en su humildad. Y ahí soy optimista. Es ese amor el que cambiará el mundo. Aunque como dice la canción de Labordeta, ni tú ni yo lleguemos a verlo...

¿Qué es el hombre? 

Nada. Una mota de polvo perdida en el universo.

¿Qué es el hombre?

Todo. Un ser insignificante, pero que es capaz de amar y de entregarse.