El joven seguidor llevaba unos días preocupado. Le costaba decidirse ante las cosas, dudaba...
Salieron de paseo, y al llegar a una plazoleta ajardinada, el Anacoreta le hizo sentar en un banco y le preguntó:
- ¿Ves aquél árbol? ¿De qué color son sus hojas?
El joven miró un rato y respondió:
- No sé. Podría decir que son verdes, pero no todas tienen la misma tonalidad. Además, el otoño hace que algunas empiecen a amarillear y otras ya sean claramente marrones...
Sonrió el anciano y le preguntó:
- Y el agua de ese pequeño estanque, ¿de qué color es?
Volvió a dudar el joven, y tras un buen rato dijo:
- No sé. Depende de la luz, de lo que refleja, de las algas...
Rió abiertamente el Anacoreta y le dijo:
- ¿Lo ves? A ti te gustarían las cosas claras. Saber exactamente lo que has de hacer en cada momento, cómo es tu vida, discernir exactamente tus problemas y los del mundo...Sin embargo en la vida todo es ambiguo. Los límites entre lo malo y lo bueno, lo bello y lo feo, el amor y el odio, la caridad y el egoísmo, la conciencia limpia y la culpa...no están claros.
Dejó pasar a un grupo de adolescentes que gritaban y jugaban y luego prosiguió:
- Por eso debemos reflexionar antes de tomar nuestras decisiones para que sean correctas.
Miró al joven a los ojos y concluyó:
- Pero has de aprender a decidirte sin tener la seguridad absoluta. De otra manera, nunca harás nada. Confía en tu buena voluntad...
Se levantaron y siguieron paseando...
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Hola Joan Josep:
ResponderEliminarDe verdad que es un regalo pasear y leer aunque sea virtualmente, co n este Anacoreta.
Verdaderamente es un sabio.
Una abraçada, Montserrat
Confiar en la buena voluntad y aceptar que si no es la adecuada decisión, aprender a "amarla" el tiempo que dure.
ResponderEliminarBesucos
Gó
M'agraden aquestes històries.
ResponderEliminarb7s!