Aquel hombre se quejaba amargamente:
- Llevo toda la vida luchando contra la ira y no consigo nada. Cuando creo que he vencido, vuelvo a caer en ella.
El Anacoreta sonrió y dijo:
- Quizá luchas en exceso...
El hombre quedó sorprendido:
- ¿En exceso? Pero, si no consigo nada.
Mientras el anciano hacía una pausa, aprovecharon para sentarse. Luego el Anacoreta se explicó:
- Enfrentarnos, resistirnos...sólo hace que el defecto continúe, se reafirme y hasta crezca. Primero has de aceptarlo.
Ante la mirada de estupor del hombre, prosiguió:
- Aceptar que forma parte de ti. Sólo entonces podrá transformarse. Tu ira se transformará en fortaleza para luchar... y la habrás dominado. Y así con cualquier defecto. El orgullo lo transformamos en servicio a los demás. La vanidad en el trabajo bien hecho. La envidia en fuerza para superarnos... Nuestros defectos no son, sino nuestras pasiones descentradas, en estado salvaje... Si nos enfrentamos con ellas las hacemos más fuertes, las alimentamos. Se trata de transformarlas, de centrarlas. En cierta manera, de domesticarlas...
cuanta razón tiene el anacoreta
ResponderEliminarsolemos ser víctimas de nuestras pasiones y lo que hacemos es intentar desterrarlas en lugar de encauzarlas por el camino correcto
es más, puedo decir, que no conozco a nadie aún que haya cambiado, al menos en lo que a pasiones se refiere
un saludo desde el maestrazgomagico.blogspot.com
RAUL
Tomo buena nota, del anacoreta y su saviduria,pues creo que me veo reflejado,pues por ignorancia nos enfrentamos: ahora ya no lo podremos decir.una abraçada julio
ResponderEliminarjoan, que dificil es eso de aprender a conocernos, asumir nuestros errores, y sobre todo , cambiarlos..cambiarlos ufff! ahí es donde nuestra fuerza interior se pone a prueba, esa realmente es la lucha conmigo misma desde que recuerdo ....
ResponderEliminarun abrazo joan
Y una pequeña dosis, nada que se nos escape de las manos, de esas "dolencias", ¿ no son buenas y necesarias ?
ResponderEliminarImprimen caracter al ser humano y ponen sal en la vida.
Un beso... me sigo acordando de la otra fachada de la sagrada familia y la paloma asesinada. Un besooooooooooooo
Tal vez domesticarlas es lo acertado,o aceptar que son compañeras de camino.
ResponderEliminarY si además lo convertimos en actos contrarios a lo irritable,el resultado sea eso,una visión una vida ,diferente para bien nuestro y de los demás.
Besucos hermano y Gracias!
Gó