En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. ( Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes la manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas. ) Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús
- ¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?
Él contesto:
- Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.
Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo:
- Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer la hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.
El mensaje del evangelio de hoy es claro y nos muestra el peligro de la religión: dar toda la importancia a lo externo, a los ritos, a las palabras, los dogmas y olvidarse de la vida, del interior, del corazón. En la segunda lectura, Santiago lo interpreta claramente:
"La religión pura y sin mancha a los ojos de Dios, es que ayudéis a los huérfanos y las viudas en sus necesidades, y permanezcáis limpios de la malicia del mundo."
La verdadera religión consiste en la limpieza del corazón. Debemos tener un corazón lleno de Dios. Si no, corremos el riesgo de tener una religión rica en ceremonias, teologías, dogmas...y vacía de Dios. Es decir, vacía de Amor.
Nos quejamos de que la gente se aleja de la religión. ¿No será que no encuentran a Dios en nosotros? ¿No será que lo que sale de nuestro corazón está muy lejos de lo que dicen nuestros labios?
Jesús no se opone a la tradición. No podemos reinventarnos la religión cada día. Pero tampoco podemos hacer de ella un bloque cerrado, sin vida; una repetición de conceptos vacíos, que nos hacen quedarnos inmóviles y no avanzar.
Jesús no se opone a los símbolos. Él los empleó constantemente. La viña, el buen pastor, la higuera estéril, la puerta, el camino...Y permanece en medio de nosotros en el Pan y el Vino...Pero todo eso no sirve para nada si no cambia nuestra vida, si no cambia nuestro interior. Es inútil si no hace salir de nuestro corazón obras de Amor y nos hace luchar por la justicia y por los más pequeños.
Por eso es bueno que cada noche, antes de irnos a dormir, empleemos un tiempo para revisar nuestro corazón y limpiarlo con su Amor. Comparar nuestro corazón con el Evangelio. Espejar nuestra vida en Su Vida. Sólo así lograremos que de él no salgan maldades, sino obras de amor...
El mensaje del evangelio de hoy es claro y nos muestra el peligro de la religión: dar toda la importancia a lo externo, a los ritos, a las palabras, los dogmas y olvidarse de la vida, del interior, del corazón. En la segunda lectura, Santiago lo interpreta claramente:
"La religión pura y sin mancha a los ojos de Dios, es que ayudéis a los huérfanos y las viudas en sus necesidades, y permanezcáis limpios de la malicia del mundo."
La verdadera religión consiste en la limpieza del corazón. Debemos tener un corazón lleno de Dios. Si no, corremos el riesgo de tener una religión rica en ceremonias, teologías, dogmas...y vacía de Dios. Es decir, vacía de Amor.
Nos quejamos de que la gente se aleja de la religión. ¿No será que no encuentran a Dios en nosotros? ¿No será que lo que sale de nuestro corazón está muy lejos de lo que dicen nuestros labios?
Jesús no se opone a la tradición. No podemos reinventarnos la religión cada día. Pero tampoco podemos hacer de ella un bloque cerrado, sin vida; una repetición de conceptos vacíos, que nos hacen quedarnos inmóviles y no avanzar.
Jesús no se opone a los símbolos. Él los empleó constantemente. La viña, el buen pastor, la higuera estéril, la puerta, el camino...Y permanece en medio de nosotros en el Pan y el Vino...Pero todo eso no sirve para nada si no cambia nuestra vida, si no cambia nuestro interior. Es inútil si no hace salir de nuestro corazón obras de Amor y nos hace luchar por la justicia y por los más pequeños.
Por eso es bueno que cada noche, antes de irnos a dormir, empleemos un tiempo para revisar nuestro corazón y limpiarlo con su Amor. Comparar nuestro corazón con el Evangelio. Espejar nuestra vida en Su Vida. Sólo así lograremos que de él no salgan maldades, sino obras de amor...
Buen domingo Joan Josep
ResponderEliminarDe buena mañana ya estoy leyendo este Post, que verdaderamente hace pensar, hoy cuando escuche el Evangelio, seguro que estaré más atenta.
Una abraçada, Montserrat
Gracias, por este compartir, es una gran verdad, hoy me he visto tan lejo de Dios, al escucha su palabra muchas veces me dejo llevar por otras cosas que no son Dios, gracias por vuestro consejo, revisare mi corazón a luz del evangelio, un gran abrazo.
ResponderEliminarSiempre ayuda mucho leerte amigo , gracias por compartir ...
ResponderEliminarun abrazo y feliz semana :)
Símbolos y ritos son necesarios, son un vehículo para acercarnos a Dios a través del significados de éstos. Lo que no debemos hacer es quedarnos en esto, en ritos y en símbolos. Parece que los hombres somos dados a adornar demasiado las cosas, a "ritualizar" todo aquello que creemos importante, hasta tal punto que se pierde la esencia del mensaje en parte o en su totalidad. De hecho, en todas las religiones se han ido añadiendo ritos, símbolos y lenguajes hasta convertirlas en auténticos galimatías que parecen estar hechas solo para iniciados. En el caso de la religión cristiana, ésto no es lo que Jesús nos enseñó, por el contrario, deja muy claro que es lo fundamental y lo secundario.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo.
Aunque símbolos y ritos son medios para comunicarse con Dios a través de sus significados, parece que a los hombres nos gusta "ritualizar" y adornar en demasía todo aquello que creemos importante; hasta tal punto que el mensaje pierde gran parte de su esencia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo.
Está muy claro Joan Josep. Es hora que tengamos EXPERIENCIA de un CRISTO VIVO en el fondo de nuestro SER. Que transparentemos su imagen. Que seamos portadores de su Amor. Para Jesús la Ley estaba en segundo lugar, primero EL AMOR. Gracias por tu blog. Un abrazo, Susana.
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