– Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre; pero se lo hemos prohibido, porque no es de los nuestros.
Jesús contestó:
– No se lo prohibáis, porque nadie que haga un milagro en mi nombre podrá luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a nuestro favor. El que os dé aunque solo sea un vaso de agua por ser vosotros de Cristo, os aseguro que tendrá su recompensa.
Al que haga caer en pecado a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que lo arrojaran al mar con una gran piedra de molino atada al cuello. Si tu mano te hace caer en pecado, córtala; es mejor para ti entrar manco en la vida. que con las dos manos ir a parar al infierno, donde el fuego no se puede apagar.
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Y si tu pie te hace caer en pecado, córtalo; es mejor para ti entrar cojo en la vida, que con los dos pies ser arrojado al infierno. |
Y si tu ojo te hace caer en pecado, sácalo; es mejor para ti entrar con un solo ojo en el reino de Dios, que con los dos ojos ser arrojado al infierno, donde los gusanos no mueren y el fuego no se apaga."
Nos encontramos hoy con los discípulos de Jesús, que no aceptaban que otros hicieran el bien, porque "no son de los nuestros."
Muchos siglos después, seguimos haciendo "capillitas" y seguimos envidiosos de que otros también hagan el bien. Para Jesús, lo importante es luchar contra el mal, estar al lado de los "pequeños", no el formar parte de un grupo u otro. Si todos tuviéramos la fuerza de luchar contra el mal, de buscar la justicia en nuestra sociedad, al margen de nuestra etnia, nuestra ideología política y de nuestra religión, desaparecería el mal de este mundo.
Hoy, más que nunca, debemos tener claro que vivimos en un mundo plural. Lo importante es hacer el bien. Lo terrible es hacer el mal, "escandalizar al pequeño". Y el pequeño no es solo el niño, sino todo aquel que se siente rechazado, que la sociedad oprime, que no tiene nada...Si no acogemos al pequeño debemos cortarnos la mano (cambiar nuestra manera de actuar), cortarnos el pie (buscar otro camino), arrancarnos el ojo (desear el bien, ver el bien en vez del mal).
El día que comprendamos que todos somos realmente hermanos, el mundo será el Reino de Dios.
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