"Os digo que hay también más alegría en el cielo por un pecador que se convierte, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse."
Todo empieza con las críticas a Jesús de los fariseos y los maestros de la ley porque iba con cobradores de impuestos y gente de mala fama. Jesús responde con dos parábolas: la de la oveja perdida y la de la mujer que tiene diez monedas y pierde una. Con ellas nos muestra a un Dios que no olvida al que se ha perdido y que se alegra con el que se convierte. Jesús nos indica que el verdadero apostolado se hace en las periferias, que la Iglesia ha de tener las puertas abiertas. Y que todos debemos ser conscientes, que, a pesar de nuestros fallos, Dios está esperándonos con los brazos abiertos.
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