"Y el que no toma su propia cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo."
"Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo."
El evangelio de hoy es muy duro. Y mal entendido nos puede sonar a fundamentalismo. ¿Acaso no podemos vivir la vida? Eso precisamente es cargar nuestra propia cruz. Cargar con nuestra vida de forma responsable. Viviéndola a tope con total entrega. Renunciar a todo es liberarnos de todo lo que nos oprime, nos paraliza, nos impide seguir a Jesús. Y seguir a Jesús no es cumplir unas leyes consideradas intocables. Esto sí sería fundamentalismo. Seguir a Jesús es llevar la salvación a este mundo. Es luchar por el Reino. Seguir a Jesús es amar a todos. Dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, liberar al oprimido, luchar por la justicia. Para ello debemos liberarnos del egoísmo que nos ata y no nos deja avanzar. Liberarnos de nosotros mismos para poder VIVIR.
Si todo el mundo aceptara esta enseñanza, la vida sería menos dura, pues nos ayudaríamos los unos a los otros, Montserrat
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