"Y al orar no repitas palabras inútilmente, como hacen los paganos, que se imaginan que por su mucha palabrería Dios les hará más caso. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis aun antes de habérselo pedido. Vosotros debéis orar así:
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra
así como se hace en el cielo.
Danos hoy el pan que necesitamos.
Perdónanos nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos
a quienes nos han ofendido.
Y no nos expongas a la tentación,
sino líbranos del maligno.
Porque si vosotros perdonáis a los demás el mal que os hayan hecho, vuestro Padre que está en el cielo os perdonará también a vosotros; pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará el mal que vosotros hacéis."
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Los discípulos le piden a Jesús que les enseñe a orar. Y empieza por decirnos que debemos emplear las menos palabras posibles. Nuestra oración, tanto si es privada como en grupo, siempre ha de ser comunitaria. Incluso en el silencio de mi habitación, debo rezar unido a todos los hombres. Por eso la oración está en primera persona del plural.
El padrenuestro empieza con la oración de alabanza. Muchas veces utilizamos la oración de petición y pocas la de alabanza; sin embargo, esta es la más perfecta y la que más veces deberíamos realizar.
Hemos de pedir por nuestras necesidades, para tener lo necesario para vivir cada día. Las demás peticiones son sobre nuestra manera de vivir. Pedimos el perdón de nuestras faltas, pero eso exige que nosotros perdonemos. Pedimos fuerzas para no caer en las tentaciones, para no faltar y pedimos que el mal quede lejos de nosotros.
Así dice Jesús, que debe ser nuestra oración.
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