"El reino de los cielos se puede comparar a un tesoro escondido en un campo. Un hombre encuentra el tesoro, y vuelve a esconderlo allí mismo; lleno de alegría, va, vende todo lo que posee y compra aquel campo.
También se puede comparar el reino de los cielos a un comerciante que anda buscando perlas finas; cuando encuentra una de gran valor, va, vende todo lo que posee y compra la perla."
Si de verdad hubiésemos encontrado a Jesús y el Reino, toda nuestra vida estaría enfocada a conseguirlos. Y, como dice Jesús, estaríamos llenos de alegría por este encuentro. Si la religión nos llena de preocupaciones, de problemas, y no nos llena de paz y alegría, es que el Reino no es un tesoro ni una perla preciosa para nosotros. Si nuestra religión consiste en una oraciones, en unas ceremonias de vez en cuando y no nos lleva a entregarnos a los demás, a luchar por un mundo más fraterno, no hemos encontrado el Reino, no lo consideramos un tesoro.
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