Mañana, con el Miércoles de Ceniza, comienza la Cuaresma. Este año seguimos el ciclo A de lecturas. Es el tiempo de preparación a la Pascua del Señor. En la iglesia primitiva, era el tiempo en que los catecúmenos se preparaban a recibir el bautismo la noche del Sábado Santo. Es el camino del Éxodo, el camino de la liberación.
Cuaresma es un tiempo de renovación, un itinerario de penitencia. Es tiempo de ayuno. Un ayuno que debe ser más profundo que el ayuno físico. Es tiempo para desprendernos de todo lo inútil y accesorio. Es un tiempo para compartir.
Es tiempo de limosna. No se trata de dar lo que nos sobra. Tampoco de colocarnos por encima del que no tiene, para dar. Se trata de ponernos al mismo nivel del que no tiene y compartir todo lo nuestro. Es comprometer nuestra vida con la justicia social.
Es tiempo de oración. No tanto de repetir fórmulas, como de sentarnos en silencio en su presencia. Sentirlo en nuestro interior. Simplemente estar.
Vivir la Cuaresma nos permitirá renovar nuestros compromisos bautismales. Fortalecernos en el seguimiento de Jesús. Ser cada día más discípulos.
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