"Después de esto escogió también el Señor a otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde tenía que ir.
Les dijo:
- Ciertamente la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Por eso, pedidle al Dueño de la mies que mande obreros a recogerla. Andad y ved que os envío como a corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa ni monedero ni sandalias, y no os detengáis a saludar a nadie en el camino. Cuando entréis en una casa, saludad primero diciendo:
- Paz a esta casa. Si en ella hay gente de paz, vuestro deseo de paz se cumplirá; si no, no se cumplirá. Y quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, pues el obrero tiene derecho a su salario. No andéis de casa en casa. Al llegar a un pueblo donde os reciban bien, comed lo que os ofrezcan; y sanad a los enfermos del lugar y decidles:
- El reino de Dios ya está cerca de vosotros."
Hoy, festividad de san Cirilo y san Metodio, dejamos el evangelio de Marcos que seguíamos estos días y meditamos este texto de Lucas.
Jesús nos manda a nosotros delante de Él allá donde ha de ir. Y nos quiere con un solo equipaje: el amor. Lo que debemos desear a todos es la paz. Esto no es precisamente lo que valora el mundo. La guerra sigue instalada en nuestro planeta. El espíritu de competición y de lucha es el que prima. Nosotros debemos anunciar que el Reino está cerca. El Reino del amor, de los pobres, de los Hijos de Dios.
Si queremos que Jesús llegue a todos los corazones, no es con poder, con grandes medios, que lo conseguiremos, sino sin alforja, con nuestro corazón en la mano. Es el amor el que puede convertir a nuestra sociedad.
Hoy, festividad de san Cirilo y san Metodio, dejamos el evangelio de Marcos que seguíamos estos días y meditamos este texto de Lucas.
Jesús nos manda a nosotros delante de Él allá donde ha de ir. Y nos quiere con un solo equipaje: el amor. Lo que debemos desear a todos es la paz. Esto no es precisamente lo que valora el mundo. La guerra sigue instalada en nuestro planeta. El espíritu de competición y de lucha es el que prima. Nosotros debemos anunciar que el Reino está cerca. El Reino del amor, de los pobres, de los Hijos de Dios.
Si queremos que Jesús llegue a todos los corazones, no es con poder, con grandes medios, que lo conseguiremos, sino sin alforja, con nuestro corazón en la mano. Es el amor el que puede convertir a nuestra sociedad.
PAU I BE
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