"El que os dé aunque solo sea un vaso de agua por ser vosotros de Cristo, os aseguro que tendrá su recompensa.
Al que haga caer en pecado a uno de estos
pequeños que creen en mí, más le valdría que lo arrojaran al mar con una
gran piedra de molino atada al cuello.
Si tu mano te hace caer en pecado, córtala; es mejor para ti entrar manco en la vida. que con las dos manos ir a parar al infierno, donde el fuego no se puede apagar.
Y si tu pie te hace caer en pecado, córtalo;
es mejor para ti entrar cojo en la vida, que con los dos pies ser
arrojado al infierno.
Y si tu ojo te hace caer en pecado, sácalo; es
mejor para ti entrar con un solo ojo en el reino de Dios, que con los
dos ojos ser arrojado al infierno,
donde los gusanos no mueren y el fuego no se apaga.
Porque todos serán salados con fuego.
La sal es buena, pero si deja de ser salada, ¿cómo volveréis a hacerla útil? Tened sal en vosotros y vivid en paz unos con otros."
El texto de hoy nos invita a la coherencia. Si somos sus discípulos, es para hacer el bien, para transmitar la vida a los demás. Jesús utiliza ejemplos muy radicales, cortarse una mano, arrancarse un ojo, para indicarnos la responsabilidad que tenemos en el pecado de los demás. Si lo que hacemos no se adecua con lo que decimos, estamos cerrando el camino de la Fe a los demás. Es verdad que todos somos pecadores y que nadie es perfecto. Pero esto no nos exime de reconocernos pecadores, de pedir perdón y de luchar por cambiar y hacer el bien. Cuando nos mostramos como perfecto, pero nuestros actos lo desmienten, estamos escandalizando a los demás. Jesús no quiere personas perfectas, nos quiere honestos, coherentes en nuestra vida. |
jueves, 23 de febrero de 2017
SER COHERENTES
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