"Uno de entre la gente dijo a Jesús:
– Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.
Jesús le contestó:
– Amigo, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor?
También dijo:
– Guardaos de toda avaricia, porque la vida no depende del poseer muchas cosas.
Entonces les contó esta parábola:
- Había un hombre rico, cuyas tierras dieron una gran cosecha. El rico se puso a pensar: ‘¿Qué haré? ¡No tengo donde guardar mi cosecha!’ Y se dijo: ‘Ya sé qué voy a hacer: derribaré
mis graneros y construiré otros más grandes en los que guardar toda mi
cosecha y mis bienes. Luego me diré: Amigo, ya tienes muchos bienes guardados para muchos años; descansa, come, bebe y goza de la vida.’ Pero Dios le dijo: ‘Necio, vas a morir esta misma noche: ¿para quién será lo que tienes guardado?’ Eso le pasa al hombre que acumula riquezas para sí mismo, pero no es rico delante de Dios."
Esta parábola es tan clara que casi no necesita comentario. Sin embargo nosotros seguimos acumulando y basándolo todo en el dinero. Creemos que de él depende la felicidad, porque nos da poder. Incluso hay quien cree que con dinero puede ganar su salvación. Y por desgracia hay religiosos que favorecen esta actitud.
El comentario de Koinonia (Servicio Bíblico Iberoamericano) mostrando el mal que nos hace el dinero, merece una reflexión:
"La codicia y la ambición de riquezas acumuladas es la enfermedad del
tiempo presente. En las ciudades se ven grandes construcciones de
instituciones financieras, bancarias y comerciales. La competencia del
mercado está produciendo nuevos ricos y también un ejército de pobres
cada vez más creciente que va poblando los sectores periféricos de las
grandes y pequeñas ciudades. Es así como la codicia estructural es causa
indiscutible de grave injusticia social, violencia institucionalizada y
empobrecimiento galopante de las tres cuartas partes de la población
mundial. La acumulación de riqueza conduce a la muerte de todos, del
pobre y del acaparador. La riqueza en exceso arrebata la libertad y la
felicidad. Jesús nos invita a acumular riquezas que no se acaban: ricos
en justicia, en misericordia, en compasión y solidaridad. La
transformación de esta sociedad capitalista neoliberal es un imperativo
para todo ser humano, pero especialmente para el seguidor de Jesús.
Oremos en grupo por todos los hermanos que sufren la extrema pobreza y
también por quienes han hecho de la riqueza un ídolo."
No a la sobremesura...No a l'ambició si a la senzillesa.Pare Nostre
ResponderEliminarNo és més ric el que més té sinó el que menys necessita
ResponderEliminarNo és més ric el que més té sinó el que menys necessita
ResponderEliminarEs torna a adorar el vedell d´or en forma de diners, d´aci que hi hagin tans conflictes i ansies de poder.
ResponderEliminarSalutacions