jueves, 19 de octubre de 2017

SER OBSTÁCULO A LA PALABRA


"¡Ay de vosotros!, que construís los sepulcros de los profetas a quienes mataron vuestros antepasados. Con eso dais a entender que estáis de acuerdo con lo que vuestros antepasados hicieron, pues ellos los mataron y vosotros construís sus sepulcros. 
Por eso, Dios dijo en su sabiduría: ‘Les mandaré profetas y apóstoles; a unos los matarán y a otros los perseguirán.’ Dios pedirá cuentas a la gente de hoy de la sangre de todos los profetas que fueron asesinados desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, a quien mataron entre el altar y el santuario. Sí, os digo que Dios pedirá cuentas de la muerte de ellos a la gente de hoy.
¡Ay de vosotros, maestros de la ley!, que os habéis apoderado de la llave de la ciencia, y ni vosotros entráis ni dejáis entrar a los que quieren hacerlo. 
Cuando Jesús les dijo estas cosas, los maestros de la ley y los fariseos se llenaron de ira y comenzaron a molestarle con muchas preguntas, tendiéndole trampas para cazarlo en alguna palabra."

Jesús sigue en contra de la hipocresía; pero en este texto añade algo más: acusa a aquellos que se hacen dueños de la verdad. A aquellos que absolutizan la doctrina, las normas, los ritos. No alcanzan el Reino, pero, lo que es peor, tampoco dejan entrar a los demás. Ellos dicen ser los verdaderos intérpretes de la Palabra, pero lo que hacen es ocultarla a los demás. Su rigidez con los otros hace que las personas se alejen de Dios. Deberían mostrar el camino a los demás y lo ocultan o lo hacen intransitable.
No querer seguir a Jesús, hacer ver que se le sigue, es malo. Pero es mucho peor impedir a los demás que lo sigan. 

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