"Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo preguntó a sus discípulos:
– ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
Ellos contestaron:
– Unos dicen que Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que Jeremías o algún profeta.
– Y vosotros, ¿quién decís que soy? – les preguntó.
Simón Pedro le respondió:
– Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente.
Entonces Jesús le dijo:
– Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque ningún hombre te ha revelado esto, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a edificar mi iglesia; y el poder de la muerte no la vencerá. Te daré las llaves del reino de los cielos: lo que ates en este mundo, también quedará atado en el cielo; y lo que desates en este mundo, también quedará desatado en el cielo."
"Celebramos la fiesta de Pedro y Pablo. El sentido de esta solemnidad
radica en que ambos apóstoles representan modos diversos, auténticos y
complementarios de seguimiento a Jesús y de construcción de Iglesia, en
medio de los avatares internos que se dan en la formación de la
identidad, estructura y dinámica de una comunidad cristiana naciente, y
en los contextos sociopolíticos y religiosos adversos y desafiantes. Las
primeras comunidades cristianas van a ir experimentando la necesidad de
volver a la memoria del Maestro, recuperar los sentidos de su praxis
sanadora y retomar el envío que les hizo a predicar el Reino más allá de
las propias fronteras, para constituir la comunidad fraterna de los
hijos e hijas de Dios. En el trasfondo de este proceso está la pregunta
de Jesús –que pudo ser para cualquier otro discípulo– y válida para
nosotros, y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? Dado que es la persona del
evangelio y su causa, el Reino de Dios, las que nos sostienen y nos
hacen, como a Pedro y a Pablo, responsables de la comunidad eclesial."(koinonía)
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