miércoles, 20 de junio de 2018

"QUEDAR BIEN"


No practiquéis vuestra religión delante de los demás solo para que os vean. Si hacéis eso, no obtendréis ninguna recompensa de vuestro Padre que está en el cielo. Por tanto, cuando ayudes a los necesitados no lo publiques a los cuatro vientos, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que la gente los elogie. Os aseguro que con eso ya tienen su recompensa. Tú, por el contrario, cuando ayudes a los necesitados, no se lo cuentes ni siquiera a tu más íntimo amigo. Hazlo en secreto, y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu recompensa. Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que la gente los vea. Os aseguro que con eso ya tienen su recompensa.  Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora en secreto a tu Padre. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu recompensa. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los farsantes que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.

Jesús se dirige a los judíos hablándoles de tres prácticas de la religiosidad muy importantes para ellos: la limosna, la oración y el ayuno. Ataca a una religiosidad de escaparate. Jesús no quiere que utilicemos la religión para "quedar bien", para quedar ante los demás como los mejores.
Demasiadas veces nuestras obras de caridad no buscan el bien de los demás, sino que nos buscamos a nosotros mismos. Esto es totalmente contrario a lo que es la verdadera espiritualidad para Dios.
 "Este texto del evangelio de Mateo es fundamental para la liturgia y la vida eclesial por dos elementos. Primero, porque es uno de los ejes del sermón de la montaña (5,1–7,29), sermón que venimos leyendo de manera continuada hasta final del mes, y desde el cual hemos de interpretar nuestra vida cristiana. Segundo, habla de lo que sostiene la religiosidad y la espiritualidad de los seguidores de Jesús: el vínculo personal y comunitario con Dios y la práctica de la justicia como actitud indispensable y fundamento de la vida auténtica. Aparentar santidad nada tiene que ver con actuar misericordiosamente conforme a la voluntad de Dios, sino con una actitud ególatra en razón de ganar prestigio y admiración ante los demás. Esto no es más que un tipo de religiosidad hipócrita y de espiritualidad vacía. La práctica y celebración cristiana adquieren sentido en la relación con Dios como fundamento de la justicia que se vive y se practica. ¿Cuáles son las motivaciones e intenciones que te mueven para hacer obras de misericordia?"(Koinonia)




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