"El rey Herodes oyó hablar de Jesús y de todo lo que hacía. Y no sabía qué pensar, porque unos decían que era Juan, que había resucitado; otros, que había aparecido el profeta Elías, y otros, que era alguno de los antiguos profetas que había resucitado. Pero Herodes dijo:
– Yo mismo mandé que cortaran la cabeza a Juan. ¿Quién, pues, será este de quien oigo contar tantas cosas?
Por eso Herodes tenía ganas de ver a Jesús."
Todos se preguntaban quién era Jesús; hasta Herodes. Pero para conocer de verdad a Jesús hay que seguirle. Debemos ser sus discípulos. Por eso los fariseos, Pilatos o Herodes, no pudieron saber quién era Jesús. Y hoy tampoco podemos saberlo si vivimos alejados de Él.
Todos se preguntaban quién era Jesús; hasta Herodes. Pero para conocer de verdad a Jesús hay que seguirle. Debemos ser sus discípulos. Por eso los fariseos, Pilatos o Herodes, no pudieron saber quién era Jesús. Y hoy tampoco podemos saberlo si vivimos alejados de Él.
"Los poderosos se ponen nerviosos ante los profetas. Sucedió en el primer testamento y ahora con Jesús el Profeta del Reino. Los poderosos no niegan sus crímenes como lo hace Herodes que mandó decapitar a Juan el Bautista, pero los poderosos quedan un poco nerviosos al ver que la profecía no termina, que a veces, como ahora con Jesús, se agranda y quiere recibir una explicación. Los poderosos creen que con la muerte del profeta se termina el problema, su reino de explotación y crueldad queda seguro. Se acabó el problema para ellos. Por eso Herodes está preocupado, tiene curiosidad para saber algo más sobre Jesús y en qué le va a traer problemas, o tal vez quiere usar la fama del profeta para su propio interés. Nunca se entenderán el profeta y el gobernante injusto, a no ser que el profeta pierda su esencia. A la Iglesia le urge recuperar la profecía, liberarse de tanta institucionalidad para salir a la calle de prisa al encuentro de la vida. Una Iglesia que ofrezca al mundo un proyecto alternativo."(Koinonía)
Gràcies Jesús.
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